“Nuestra harina El Vaporcito siempre apoya la cultura, el deporte y el arte”.

Existen infinidad de películas, de guerra o no, dedicadas al tema de capturar o matar siniestros nazis. En esta entrega hablaré de Sisu (2022), de J. Helander; La deuda (2011), de J. Madden; Malditos bastardos (2009), de Q. Tarantino; y Marathon man (1976), de J. Schlesinger.

 

SISU (2022). Excelente película dirigida y escrita por Jalmari Helander, película oscura y ultraviolenta, un singular conglomerado de cine bélico y action movie, con un subrayado importante de género western, donde un lacónico guerrero y buscador de oro se enfrenta él solo a un ejército de nazis con la fiereza de un héroe épico.

Espectáculo, ritmo eficaz y trepidante, montaje impecable que no deja huecos, buena narrativa, emocionantes escenas de lucha y personajes tremendos: entretenimiento irresistible.

La historia se desarrolla en la fase final de la Segunda Gran Guerra, días finales y desesperados. Un solitario hombre, buscador de oro (Tommila) viene a tropezar con los nazis, cuando se retiran en la zona norte de Finlandia. Los nazis aplican la táctica militar de "tierra quemada", arrasando las poblaciones y campos por los que pasan en su repliegue.

En todo ese caos de muerte y humo va el protagonista cuando se tropieza con un importante escuadrón alemán que incluye tanques, tropa y media docena de mujeres finlandesas cautivas. El grupo va liderado por el perverso Bruno (Hennie) y el sórdido Wolf (Doolan).

No tardará el contingente teutón en descubrir el rico botín que porta el hombre. Intentan detenerlo para robarle, pero no tardan en darse cuenta de que el tal hombre es una máquina de matar. Sujeto con "sisu", o forma de coraje y determinación inconcebibles frente a situaciones límite. O sea, que no se rinde.

Cuando los nazis lo desvalijan y lo dejan atrás en el camino descubren que se trata de Korpi, el ex-comando legendario al que llaman "el inmortal", un soldado que ha acabado con la vida de trescientos soldados rusos después que el ejército rojo asesinara a su familia. De hecho, ni ahorcándolo y dejándolo a su suerte conseguirán libarse de su sombra.

El actor Jorma Tommila encarna al invencible Korpiu, un perfil que se empareja con los del cine exploitation de los años 70. Se trata de uno de esos personajes que huelen a antiguo, de leyenda, un ser que aguanta estoicamente el calvario de sus agresores poco antes de volcar sobre ellos sangre y fuego del averno.

Mención especial también para Aksel Hennie como principal antagonista; y muy bueno también el trabajo de Jack Doolan como el mezquino nazi, Wolf.

Interesante música de Juri Seppä y Tuomas Waäinölä; una partitura original con diversas influencias, que evoca la clásica imagen del pistolero solitario de las bandas sonoras del espagueti western de Morricone. Ello, junto a una fotografía hermosa de Kiell Lagerroos; a lo que se une una gama de acrobacias y efectos especiales impresionante.

Helander construye un relato con sensibilidad mítica que podría uno imaginar que invitara a hacer paralelismos con este tiempo que nos toca de guerra donde el vecino ruso está presente en la imaginación del espectador. Pero no, la película no hace reflexiones políticas, lo que pretende es emoción, balas, sangre salpicada, cabezas baleadas y extremidades cortadas.

Sisu es una película es una propuesta honesta, sencilla, pero eficiente e imaginativa a la hora de exprimir a fondo su presupuesto. Acción bien dosificada a lo largo de distintos episodios que van construyendo la historia. capítulos como: El oro; Los nazis; Tierra quemada; Campo de minas, etc.

Estos apartados que van conformando la historia de un hombre que apenas acierta a hablar al final, cuando entra en un Banco y vuelca el oro sobre el mostrador, para que se lo cambien por billetes de los grandes, “porque pesan menos”.

Si me preguntan sobre si la recomiendo yo diría que sí. Satisface las expectativas y cuenta con secuencias memorables, de las que despiertan todo tipo de emociones, a salvo del aburrimiento.

Publicada más extensa en revista de cine ENCADENADOS.

 

LA DEUDA (The Debt) (2011). La película se sitúa en Berlín en 1965. Una misión secreta del Mossad (Servicio de Inteligencia Israelí), un grupo de agentes, Rachel Singer (Chastain), David Petretz (Worthington) y Stephan Gold (Csokas), capturan a un peligroso criminal nazi, Dieter Vogel (Christensen), ginecólogo acusado de haber realizado experimentos con humanos: el «cirujano de Birkenau».

John Madden dirige con gran capacidad este filme, con un guion de Assaf Bernstein y otros, bien escrito, con un tempo y el estilo sombrío, pausado y profundo del espionaje de los años sesenta; remake de la película israelí Ha-hov (Assaf Bernstein, 2007).

 

Un filme que mantiene el interés durante todo el metraje, con una temática sensible a la que se unen reflexiones interesantes sobre la ética del espionaje. Como apunta A. O. Scott, el filme «demuestra, con quizás más energía que nitidez, las complicaciones éticas y psicológicas que pueden esconderse detrás de una historia de simple heroísmo».

Heredera de las novelas y el thriller político de los setenta, con «un suspense político emocional que crece a medida que el filme avanza y que culmina con inesperado giro narrativo» (Bermejo).

Esta cinta obtuvo, según la página de Internet Rotten Tomatoes una alta proporción de comentarios positivos, sobre todo que su narrativa temporal hace que te mantenga la atención toda la función. Una obra inteligente y bien interpretada.

Posee un aspecto ético insoslayable, los protagonistas están ya cansados de mentir, unos más que otros, pues aquella misión en Berlín distó de ser tan exitosa como proclamaron en su momento los protagonistas. De hecho, acabaron confesando que el criminal nazi Vogel seguía vivo. La mentira cansa y acaba siendo una losa alimentada por el remordimiento que lucha por salir a flote y otorgar paz al espíritu.

Expone el esfuerzo del MOSAD y otros para atrapar a los criminales nazis que tan alegremente vivían en diferentes lugares del mundo.

 

MALDITOS BASTARDOS (2009). En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, durante la ocupación alemana en Francia, Shosanna Dreyfus (Laurent) es testigo de la matanza de su familia a cargo del coronel nazi Hans Landa (Waltz). Tras huir a París, Shosanna cambia su identidad y se convierte en propietaria de un cine.

Lejos de Francia actúa un comando de soldados judíos que se hacen llamar “Los Bastardos”. El grupo es instruido por el teniente Aldo Raine (Pitt) para minar a los alemanes y atacar sus objetivos militares con tácticas poco ortodoxas, que incluye las técnicas propias de los indios norteamericanos.

La operación más importante del grupo se lleva a cabo con la ayuda de una actriz alemana colaboracionista (Kruger), en una misión que pretende que los jefes del Tercer Reich se metan en el cine, donde también Shosanna busca vengar a su familia.

Película de Quentin Tarantino donde traza su propia historia sobre la Segunda Gran Guerra, imaginando tramas, episodios, personajes de ficción, pero creíbles, donde mezcla la guerra europea con un poco de Western. De hecho, la película tiene rasgos del western clásico a lo Ford o Eastwood, y llega a incluir al principio la banda sonora de “El álamo”.

En esta urdimbre acontece un final imprevisible que muchos habrían deseado para esa cruel contienda, en una loca pero divertida resolución del conflicto más importante en la Historia de la humanidad. Un falseamiento de la Historia delirante e hilarante, divertido y emocionante, que incluye cabelleras cortadas a los nazis por un descendiente de comanches y sus correligionarios.

Guion genial de Tarantino, fotografía brillante, interpretaciones superlativas de todos, donde destaca el maligno coronel alemán Hans Landa, bien interpretado por Christoph Waltz (Oscar y el Globo de Oro en ese 2009). Cuando hace su aparición en la pantalla Waltz con su carisma y su sonrisa sarcástica, la película se entrega a su presencia, a la tensión y la angustia que provoca la sagacidad de su personaje, su maldad y su sadismo.

Brad Pitt que cumple sobradamente; Mélanie Laurent está muy bien y muy linda; Diane Kruger excelente y elegante; Michael Fassbender estupendo; Daniel Brühl genial; y Eli Roth convincentemente silvestre.

En fin, diálogos perfectos y un despliegue de visual y musical de gran calado, una recreación de nuestra Historia reciente, una deliciosa charada donde algunos dicen que quien mejor se lo pasó fue el propio Tarantino.

 

MARATHON MAN (1976). Thomas "Babe" Levy (Hoffman), vive en Nueva York y está realizando su Tesis Doctoral. A la vez, se entrena para correr maratones. Henry, su hermano (Scheider), conocido como "Doc", se hace pasar por un ejecutivo de una petrolera, pero en realidad es un agente del gobierno perteneciente a una agencia secreta conocida como "La División", dirigida por Peter Janeway (Devane).

Tras un accidente de tráfico, Doc sospecha que el criminal nazi Dr. Christian Szell (Olivier), irá a Nueva York para recuperar unos diamantes y oro de un valor incalculable robado a los judíos asesinados en Auschwitz extrayéndolos como odontólogo que era.

 

Doc viaja a Nueva York con el pretexto de visitar a su hermano; Bob ha conocido a Elsa (Keller), una extraña mujer suiza con la que ha iniciado una relación amorosa. Pero unos criminales agreden fatalmente a Doc y, yendo muy malherido a casa de Bob, este lo encuentra ya muerto cuando llega.

A partir de aquí, Babe se verá envuelto en una trama en la que el famoso nazi Szell, lo perseguirá para matarle y torturarle (destaca la escena con el torno de dentista).

Se trata de un filme de gran suspense y tensión, una historia muy bien trenzada; un excelente guion del novelista norteamericano William Goldman, adaptación de su novela homónima. John Schlesinger sabe dirigir magistralmente la obra.

Gran reparto con un Dustin Hoffman convincente; en el papel de malvado nazi un Laurence Olivier que demuestra una vez más su enorme nivel, en una presencia diabólicas y verosímil de un criminal nazi. Muy bien Roy Scheider como hermano del protagonista; William Devane se gana la animadversión del espectador; Marthe Keller, hermosa y bien y química con Hoffman. En suma, Hoffman y Olivier demuestran por qué son dos de los intérpretes canónicos del siglo XX.

Esta película tiene enjundia, intriga, terror, y todos los pecados humanos bien retratados, entre los que destaca el crimen, el robo, la codicia y la malignidad del viejo nazi Szell.