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Hoy hablaré de la enfermedad de alzhéimer en el terreno del crimen organizado. El alzhéimer como enfermedad neurológica progresiva, conlleva la pérdida de memoria y hasta de la propia identidad. Es, pues, un trastorno que incapacita para las actividades normales de la vida, cuanto más para planificar acciones criminales.

Este es un tema poco habitual en el cine y para abordarlo elijo dos películas que tratan este asunto: La memoria del asesino (título original “Memory”), estreno en este verano de 2022, de M. Campbell; y otra cinta de igual título (original De zaak alzheimer), de E. V. Looy.

Son thrillers interesantes y equivalentes. La película de Campbell es una adaptación de la de Looy.  Hablo primero del estreno y hago un repaso a la versión original.

LA MEMORIA DE UN ASESINO (“Memory”) (2022). Excelente filme del conocido Martin Campbell, con una buena trama, un guion más que aceptable, y un montaje magistral que hace que no pierdas atención prácticamente ni un minuto. Adaptación de la película belga: De zaak alzheimer (en España de título homónimo) (2003), de Erik Van Looy, que más abajo comento.

En esta, un magnífico Martin Campbell lleva a buen término el libreto, adaptación de la novela de Jef Geeraerts. Campbell demuestra que a sus 78 años todavía puede dirigir un thriller ingenioso y fascinante.

Este remake se ve enriquecido por dos piezas importantes: el director M. Campbell (autor de uno de los mejores Bond, Casino Royale, 2006), y el celebérrimo actor que casi nunca defrauda: Liam Neeson, que a pesar de sus setenta años sigue dando la talla para estos personajes que entran al thriller de una patada en la puerta.

De hecho, la acción y la violencia empiezan apenas comenzar la segunda secuencia y no decaen hasta el final, Campbell le impone una velocidad que atrapa y es muy entretenida de seguir, una cinta absorbida por el frenesí criminal de su historia.

Alex Lewis (Neeson) es un esbirro con la particularidad de que empiezan a afectarle en su trabajo los primeros síntomas del alzhéimer: olvidos, distracciones, etc. Este es un aspecto importante, pero los detalles de la trama no son sólo la enfermedad neurocognitiva del protagonista -que es transversal al filme y que hace que tenga que ir escribiéndose notas en los brazos para no olvidarse de sus rutinas criminales-, sino que también aborda asuntos muy actuales, candentes y sangrantes como la prostitución infantil, la justicia dominada por el poder, la corrupción policial o el tráfico de estupefacientes.

Hay algo importante que ocurre al hilo de todo esto. Después de que el agente del FBI Vincent Serra (Guy Pearce) rescate a una niña mejicana inmigrante de 13 años (Mia Sanchez) de una red de tráfico sexual, la infame jefa del crimen Davana Sealman (Monica Bellucci), le ordena a Alex que acabe con ella, por haber sido testigo de una fechoría.

Pero Alex se niega a completar este trabajo, pues le plantea problemas morales. Se niega a matar niños, este acto de desobediencia significa atravesar una línea roja. Así, nuestro criminal personaje se coloca en el punto de mira de los mafiosos que lo perseguirán para matarlo hasta el cansancio. También la policía y el FBI le seguirán los pasos.

Con el sindicato del crimen y el FBI acosándolo, Alex usa sus habilidades para mantenerse a resguardo e incluso contraatacando, excepto por una cosa: está luchando con su severa pérdida de memoria, que afecta a todos sus movimientos. Debe cuestionar, calibrar y medir al milímetro cada una de sus acciones, y adivinar en quién puede confiar.

Podemos decir que en el filme hay dos líneas de acción significativas que van en paralelo. Por un lado, está Alex Lewis gestionando sus problemas físicos y mentales mientras va eliminando a todos los implicados en la muerte de la chica que él se negó a matar. Por otro lado, está la investigación de los crímenes acontecidos, liderada por el agente especial Vicent Serra (Pearce) junto a Linda Amisted (Taj Atwal) y Hugo Márquez (Harold Torres). Esta parte evidencia la falta de coordinación entre los distintos cuerpos de policía, locales y federales, así como la incapacidad que tiene la ley para impartir una justicia genuina y cabal.

En cuanto al reparto es bastante bueno y afina bien las cualidades y encantos de dos de sus protagonistas: un rocoso y esquivo Liam Neeson y un estupendo Guy Pearce que interpreta a las mil maravillas el rol de un oficial del FBI contra el crimen organizado. Ambos con química: el asesino con escrúpulos y el policía discrepante e incómodo.

Destaco también a T. Atwal y H. Torres como efectivos del FBI, muy medidos y bien en sus respectivos roles. Y hay un hueco en la historia para Monica Bellucci, algunos minutos que no resaltan demasiado sus cualidades físicas ni tampoco le da para lucir sus cualidades interpretativas, haciendo de una villana corriente.

Escenas verdaderamente geniales se despliegan a lo largo del filme. Son muchas. Escenas de violencia elegantemente construidas, momentos en los que el tenso y duro thriller de venganza se alza para ser una producción más elevada que las muchas que circulan por ahí. Neeson todavía puede ir al grano y derrotar a secuaces engreídos de la mitad de su edad, en combates cuerpo a cuerpo, golpe a golpe y disparos certeros. Y la leyenda que dice: “Su mente se está desvaneciendo. Su conciencia está limpia”.

La trama, que bebe del policíaco, deviene thriller ideológico que denuncia cierta política indolente de la policía y la justicia ante la inmoralidad de los ricos, ricos siempre dispuestos a dejar un rastro de cadáveres para tapar sus miserias y no mancharse las manos de sangre, lo cual delegan en criminales a los cuales pagan.

La película tiene todos los pertrechos del género de asesinos a sueldo: teléfonos desechables, silenciadores, miras laser, tipos duros y bragados, y Liam Neeson que esta vez es lo contrario del hombre de ley y orden que maneja métodos heterodoxos en pro de la justicia. Esta vez es un hombre fuera de la ley, un asesino a sueldo.

Más extenso en revista de cine Encadenados.

 

LA MEMORIA DE UN ASESINO (“De zaak alzheimer”) (2003). Con motivo del asesinato de un importante funcionario público, la policía de Amberes encarga a dos de sus mejores investigadores el caso: Vincke y Verstuyft (policías). Las pistas conducen al sicario Angelo Ledda (el asesino profesional).

Ledda experimenta síntomas del alzhéimer y cada vez le es más complicado ejecutar los encargos que le hacen. Cuando se da cuenta de que está siendo utilizado en una lucha por el poder político, decide revelarse e ir contra los grupos que lo contratan. A los policías encargados les cuesta mucho esclarecer la trama de intrigas, redes e intereses creados en torno al caso. Su misión es evitar que se cometan más crímenes.

Los personajes van redescubriendo un problema más amplio, que mezcla a importantes personas de la política belga, y de igual forma se exponen conflictos entre la policía federal y la policía “normal” dentro de la burocracia de uno y otro cuerpo.

Buena dirección y guion del belga Erik Van Looy, que adapta la novela de Jef Geeraerts de título homónimo. Se trata de un thriller violento y furibundo con clara influencia del cine americano que es algo más que una meritoria intriga de entretenimiento. La gran baza de Van Looy es que, al mismo tiempo que divierte con un juego de identidades bien montado, está fabricando un cine político osado y una eficaz cinta de denuncia social.

Tiene un reparto aceptable con actores como Jan Decleir, muy bien como el asesino; Koen De Bou y Wener Smedt (muy correctos como policías) o Jo De Meyere (como Baron Henri Gustave), entre otros. El conocido crítico de cine americano Roger Ebert le dio a la película tres estrellas y media de cuatro, elogiando la actuación de Decleir, a quien comparó con Anthony Quenn.

En el desarrollo del filme hay quizás un exceso de diálogos. A un lado y otro de la ley, el espectador es llevado al terreno de la pasión, a veces de manera dudosa. Pero se puede concluir que es una buena película que a la vez es también entretenida.

La película tiene un índice de aprobación del 84% en el agregador de reseñas de Rotten Tomatoes, con 68 reseñas contabilizadas. La declaración de consenso crítico dice: "Aunque La memoria de un asesino es una tarifa de género estándar, también es atractiva y elegante". 

Ambas son dignas de verse, pero según mi parecer, esta de Van Looy supera a la secuela realizada recientemente por M. Campbell. La crítica de Bélgica la calificó como “mucho más que un thriller”.