Beltrán Gómez (Tribuna libre).- Parecía un chiste. Recuerdo cuando vi en la televisión nacional que El Puerto no aparecía por sus playas, su gastronomía, su cultura… lejos de eso, nuestra ciudad aparecía en las noticias porque los policías locales iban en vaqueros ya que “no tenían pantalones”. Muchos nos tapamos la cara de vergüenza por el espectáculo tan bochornoso que estábamos dando a potenciales turistas e inversores, a la vez que crecía nuestra indignación cuando nos dábamos cuenta de que la Policía Local estaba ausente. Lo que no sabíamos es que estábamos a punto de caer en una trampa.

Lógicamente lo primero que piensas es que las autoridades municipales no están haciendo su trabajo. Si los policías locales no tienen la vestimenta adecuada es lógico que no puedan patrullar, por lo que el responsable de este desastre es el equipo de gobierno. No obstante si se indaga un poco más y se busca información, de forma similar a lo que ocurre en el Mito de la Caverna, te das cuenta de que en realidad esta “falta de pantalones” no es más que una trampa de los policías locales para engañar a los portuenses a los que sirven. ¡Pues claro que tenían el material necesario!, los policías locales podían seguir cumpliendo sus funciones sin mayor problema, pero el trasfondo de todo este circo era una huelga encubierta del sindicato UPBLA para cobrar más (todavía) y trabajar menos (si cabe) y todo ello con el dinero de los portuenses.

Rabia e indignación es lo que produce saber que los agentes del orden, los que velan por la justicia, los que nos dan seguridad a los ciudadanos utilizan técnicas chantajistas contra el Ayuntamiento dejando de lado el servicio por el que les pagamos los portuenses y se dedican, para colmo, a dejar la ciudad por los suelos en la televisión nacional. Pero para más inri, se dedicaron a poner cepos a los coches del personal del Ayuntamiento porque “carecían de seguro obligatorio”, cuando se demostró que sí tenían seguro en regla. Eso ya lo que provoca es una inseguridad y un miedo en los portuenses que desde luego no nos merecemos, ya que si al coche oficial del alcalde le ponen un cepo sin justificación, ¿qué nos podrán hacer al resto? Estas maniobras propias de quienes los agentes del orden tratan de combatir me asustaron como persona que ama a nuestra ciudad y que paga el sueldo a estos “policías”.

Yo creía que esta situación no tendría sentados ante la justicia a los responsables, así que cuando me enteré de que se había logrado expedientar a los responsables con suspensión de empleo y sueldo me recorrió una sensación de alivio y tranquilidad difícil de explicar. Me sentí orgulloso de que Germán Beardo, nuestro alcalde, no sólo no se haya doblado ante los chantajes de este “sindicato”, sino de que también haya conseguido que los responsables de estas acciones reprochables e intolerables en un Estado de Derecho estén debidamente expedientados y paguen las consecuencias de sus actos.

Esta es una llamada de atención a todos los que quieran saltarse la ley y actuar de manera negligente. El derecho a huelga existe, lo que no existe es el derecho a la dejadez de funciones y a causar miedo entre los ciudadanos, menos cuando se trata de aquellos que precisamente velan contra estas situaciones.