Hace ya algún tiempo dediqué unas páginas en esta sección dedicadas a “Jesucristo en el cine”. En este 2022, cuando parece que los pasos procesionales van a recorer nuestras calles, he decidido escribir hoy sobre la Pasión de Cristo en el cine, en esta cuaresma, que es un tiempo que invita a los cristianos a la renovación, a retomar el ejemplo del Mesías.
Para ello traigo una película que es ya todo un icono cinematográfico sobre los padecimientos sufridos por Jesús desde su apresamiento hasta su muerte en la cruz. Es dura, pero es veraz. Se trata de la Pasión de Cristo, que en su momento realizó Mel Gibson: una Pasión dura y conmovedora.
Como es sabido, siglos hacía que el pueblo judío esperaba la llegada del Mesías Salvador. Los judíos lo imaginaban como un hombre poderoso y providencial que los libraría del yugo de sus enemigos y liberaría su sagrada patria instaurando un nuevo orden de justicia. En esos entonces, las enseñanzas de Jesús convocaban enormes multitudes de seguidores que lo aclaman como el Mesías. Pero Jesús es un hombre humilde, no es un poderoso señor acorde a los cañones del judaísmo. Esto provoca la alarma y es cuando el Sanedrín, con la ayuda del traidor Judas Iscariote, uno de los doce Apóstoles, detiene a Jesús en el Huerto de los Olivos.
Acusado de casi todo, lo que incluye alta traición a Roma, Jesús es entregado a Poncio Pilato. Para evitar un motín, previo paso por Herodes, Pilatos muy a pesar suyo se lava las manos y lo condena a muerte en la cruz, como a un vulgar asesino.
Estamos ante una sensacional, veraz, dramática y dolorosa película que recrea la Pasión de Jesús conforme a los testimonios de los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. También bebe de otros textos devocionales como el de Anna Katharina Emmerick (1774-1824), una monja canonesa agustina, mística y escritora alemana, que fue canonizada por el Papa Juan Pablo II el 3 de octubre de 2004. La santa tenía frecuentes visiones sobre la vida y muerte de Jesucristo que fueron publicados en cuatro volúmenes por el elegido y eminente poeta Clemente Brentano.
Desde mi modo de ver Mel Gibson hace una obra hiperrealista y descarnada de la pasión de Cristo desde su tormento en el Huerto de los Olivos tras la última cena, hasta su muerte en la cruz, el Vía Crucis al completo. Gibson consigue una obra de un dolor infinito, sobre todo para los cristianos.
Es el propio Gibson quien produce la película, gastando entre cuarenta y cincuenta millones de dólares de su propio pecunio, lo que también cubría los costes de publicidad. Además de dirección y coproducción, también escribió el guion junto a Benedict Fitzgerald.
Ocurrió que, debido a la interpretación, la violencia y el idioma de la película (arameo, latín y hebreo), resultó difícil encontrar a una compañía de distribución norteamericana que se encargara del filme; la película ya estaba terminada cuando Newmarket Films se hizo cargo de su distribución en los EE. UU. Equinox Films la distribuyó en Canadá y en el Reino Unido, y Australia fue Icon Films.
El guion Gibson-Fitzgerald que, salvo algún detalle accesorio se basa en los Evangelios como ya he dicho, es así:
- La oración y agonía en el Huerto de los Olivos
Va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar». Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y dijo: «Padre, si quieres aparta de mí esta copa, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya». Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra.
Evangelio de Mateo, 26, 36-37; Evangelio de Lucas, 22, 41-44
- La flagelación de Jesús
Pilato volvió a salir donde los judíos y les dijo: «Yo no encuentro ningún delito en él [...]. ¿Queréis, pues, que os ponga en libertad al rey de los judíos?». Ellos volvieron a gritar diciendo: «¡A ese, no: a Barrabás!» [...] Pilato entonces tomó a Jesús y lo mandó a azotar.
Evangelio de Juan, 18, 33, 19; 1
- La coronación de espinas
Los soldados, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: «¡Salve, rey de los judíos!»; y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza.
Evangelio de Mateo, 27, 29-30
- Jesús carga con la cruz a cuestas camino al Calvario
Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle. Y él, cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario. Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene [...] a que llevara su cruz.
Evangelio de Mateo, 27-31; Evangelio de Juan, 19. 17; Evangelio de Marco, 15.21
- La crucifixión y muerte de Jesús
Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron. [...] Jesús decía: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen [...]. Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena [...] Jesús, dando un fuerte grito, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu y, dicho esto, expiró.
Evangelio de Lucas 23.44-46
- No le quebraron los huesos
Como le vieron muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua.
Evangelio de Juan 19.33-34
- Resurrección
Finalmente, la película incluye la resurrección de Jesús al tercer día de su muerte.
O sea, Gibson hace una gran dirección de este filme, muy lejana y diferente a otras vidas de Jesús llevadas al cine, centrada en su pasión, muerte y resurrección. Enorme guión sin tacha conforme a los Evangelios. Tiene una música ad hoc buena de John Debney y una gran fotografía de Caleb Deschanel.
Premios y nominaciones en 2004: 3 nominaciones al Oscar: Mejor fotografía, maquillaje, bso. National Board of Review: Premio a la libertad de expresión. Nominada a Critics’ Choice Awards: Mejor película popular.
El principal actor es un James Caviezel que parece transmutarse en Jesús y que a mí me ha parecido una interpretación magistral. Maïa Morgenstern resulta impresionante en el papel de una María madre sufriente que sabe lo que ocurre, lo que no quita para tenga el corazón despedazado por haber visto tanto padecimiento en las carnes de su hijo. Monica Belluci hace un trabajo antológico como María Magdalena. Hristo Jivkov muy bien en el papel de Juan. Franceso de Vito un estupendo Pedro. Luca Lionello muy correcto como Judas Iscariote. Hristo Naumov Shopov que está más que mejor como Poncio Pilato. Francesco Cabras bien como Gestas. Luca de Domicis, un poco afectado como Herodes. Rosalinda Celentano como Satanás, bien. Jarreth Merz, estupendo como el cireneo. Pietro Sarubbi un brutal Barrabás. Y en general, todo el reparto hace loables trabajos, más aún si pensamos que son de diferentes y muy distintas nacionalidades: americanos, turcos, suizos, búlgaros, italianos, etc.
Como es sabido, la palabra “pasión” tiene en latín su origen en el concepto “sufrimiento”. Pues bien, este filme no puede llevar mejor título, pues en él, Gibson cuenta como nunca, el auténtico sufrimiento, el padecimiento extremo del Hijo de Hombre cuando le fue llegada su hora, una “idea visceral sobre en qué consiste la pasión (…) No es un sermón o una homilía, sino una visualización de un evento central de la religión cristiana. Tómalo o déjalo. (…) He sido conmovido por la profundidad de los sentimientos, por la habilidad de los actores y de los técnicos” (Ebert).
Se ha tildado a la película de antisemita. Yo no lo creo. Los Evangelios, a modo de testimonio histórico, nos hablan de un pueblo judío, el de aquellos entonces, que insultaban a Jesús, que vociferaban en aras a que fuera condenado, que incluso prefieren que Pilatos suelte a un bandido que a un hombre bueno.
Además, toda esta violencia, tortura y sangre, hablando de lo estrictamente cinematográfico, está realizado con una estética formidable, con escenas de un muy elevado nivel como cine. Por lo demás, las críticas, en ocasiones son ridículas. Fernández Santos llega a decir que “Gibson convierte al que juzga su Dios en un pelele de filme de terror de los de alto y refinado negocio“. Bermejo afirma que es una película de “linchamiento”. Pero estos señores, ¿es que no conocen el Nuevo Testamento? ¿Se han educado en Vietnam? Como españoles y por cultura, por más que no sean creyentes, esta historia la tenían que conocer cuando fueron a ver la película. En fin, en el Cantar del Mío Cid se dice: «Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras».
En realidad, todas estas polémicas le sirvieron a Gibson a modo de marketing promocional. Uno puede no acordar con la “forma de reflejar sus ideas, pero si su intenso compromiso le hace sacar todo el buen cine que tiene dentro, que es mucho, por mí como si el ultracatólico de Mel hace los dos testamentos” (Kurt).
En El Puerto de Santa María, nuestro pueblo, hay una talla barroca de autor desconocido, de un Cristo Crucificado, el “Cristo del Amor” (Capilla de las monjas Capuchinas. Se puede ver aquí). Hasta finales de los setenta, esta imagen procesionaba en total silencio desde el antiguo convento de clausura en calle Larga (hoy Hotel Monasterio), hasta el antiguo penal de El Puerto.
Dentro de la tradición de la imaginería de los crucificados resulta muy dura de mirar esta talla: descarnada, la piel a jirones, las rodillas rasgadas, la sangre oscura, un rostro de sufrimiento extremo y ni media concesión a lo que suele denominarse una talla “bonita”, en el sentido de plácida y sin apenas rasguños, que hay muchas.
Cristo tuvo que padecer lo indecible y sufrir lo inimaginable. Pues bien, esta película es al cine, lo que el Cristo del Amor a la Imaginería. Enorme dolor y sufrimiento sin límite. Esta asociación entre la imagen y la película de Gibson la puedes ver en este interesante documental.
En conclusión, tardé en visionar esta película, pues sabía de su crudeza, pero por fin lo hice. Para mí, como dice mi colega Oti Rodríguez: “Se diga lo que se diga, ‘La Pasión de Cristo’, tal y como nos la ve y enseña Mel Gibson, es, además de dolorosamente física y profundamente espiritual, única“. Efectivamente, Gibson no cae en la escena prevista o en la composición cómoda, en la visualización trivial o en lo que habría podido ser una postal de cuaresma.
La considero una cinta para volver a ver en estos días de Semana Santa.