Carlos Coronado (Tribuna libre).- La ciudad de El Puerto de Santa María, con su larga y rica historia, por fin tendrá de manera oficial y legal una bandera. Bandera que desde finales de los años setenta representa a nuestra localidad allí dónde surja la ocasión, desde congresos, desfiles, plaza de toros o en la misma plaza Peral ondeando siempre en igualdad de condiciones que la bandera nacional o la de Andalucía.
Pocos conocen que todo este tiempo ha sido una “sin papeles”. El consistorio de la época a falta de una enseña local optó por copiar la de la hermandad del Rocío portuense que la usaban en todas sus romerías y eventos. Y así, por acuerdo de unos pocos y a mi juicio saltándose la larga y rica historia de nuestra ciudad, se llega a la bandera verde y amarilla.
Sin bien es cierto que pocas ciudades, antes de la dictadura, poseían banderas locales. En todo caso, y como ocurría en la nuestra, un pendón con los colores y escudo de la ciudad
No fue otro sino Alfonso X el que dota a la ciudad de escudo y colores significativos de la plaza. El rojo o carmesí, el blanco y el azul. Estos sí son los colores de El Puerto, por mucho que nos hagan tragar el verde y amarillo tras más de cuarenta años de uso de los mismos. Colores que tienen que ver con lo regio, con el azul del cielo y del mar, con lo blanco de nuestras perdidas salinas, colores que no tienen que ser forzados para hallar un significado y arraigo en nuestras raíces históricas. Colores que portaron orgullosos los monjes de la Orden de Santa María defendiendo nuestras costas, colores que inundan nuestro Castillo de San Marcos, nuestra Iglesia Mayor o Basílica menor según el gusto, y así mil ejemplos más.
Flaco favor hicieron los regidores de la época y mal aconsejados por los técnicos municipales que por desidia o vaya usted a saber por qué, no defendieron nuestra verdadera historia, tan desconocida por el ciudadano de a pie, que contribuye a continuar perdiendo parte de nuestro patrimonio, nuestras señas de identidad, nuestra historia.