Siempre recordaré a mi abuela mandándome a la plaza a comprarle una bolsa con cinco higos chumbos. Siempre acudía frente a los Pepes, donde un señor con gorra y manos camperas los pelaba y me los daba… lo de la bolsa era un lujo, y solía llevarla yo.
Nunca me pregunté de donde salían los mismos, ni de que árbol o planta emergían aquellas bolas verdes que le encantaban.
Con el tiempo, y sin que nadie me lo dijera, descubrí que aquellos cactus de los caminos tenían unas bolas verdes, las mismas que diestramente el que me vendía los higos pelaba dando dos tajos en los extremos y uno vertical para sacar el fruto. Sin embargo, esas bolas estaban llenas de espinas, algunas tan pequeñas como pelos, ocultas y traicioneras.
Observando los caminos descubrí otro día como un señor con una caña los recogía, manteniendo la prudente distancia de aquellos puercoespines verdes, los dejaba en una espuerta, y de seguro que después les quitaría las espinas.
Hoy los caminos tienen cada vez menos chumberas, las pocas que aún veo están escuálidas y secas. Su particular guerra con una cochinilla las ha ido matando. Nadie hace nada, sorprendiendo que ni los coleccionistas de mojones de río se preocupen por ellas. Será, que como ocurre en la vida, el aspecto espinos y ofensivo aleje a muchos, despierte pocas simpatías y dañe a quien no sepa tratarla.
Encima, al contrario que al rosal, sus espinas no protegen a la bella rosa, sino que protegen una bola igual de fea y espinosa, como ocurre con los vástagos de algunos, que siguen la estela desagradable y familiar. Sin embargo, y sin que jamás haya probado uno, la cara de felicidad de mi abuela cuando los comía me deja claro que debían, y deben, ser un manjar gourmet.
El contraste del dulzor con el aspecto es digno de servirnos de lección, cada cual la suya, y, sin embargo, poco a poco, van muriendo sin remedio.
Ni el hombre pudo con ellas, pero un pequeño insecto la mina y mata lentamente, es curioso como la naturaleza nos da y nos quita y hoy, siento que poco a poco se va llevando un recuerdo de mi infancia.