Estamos en fechas de coronavirus, de pandemia, fechas en las que todos podemos ver desde nuestras ventanas las calles vacías, noticias alarmantes de todo tipo o imágenes que querríamos pasaran pronto.
El cine, con su inventiva, tiene en su haber una colección de películas que hablan sobre la temática de las epidemias. He pensado que estas líneas podrían servir como forma de exorcizar nuestros temores en esta época de incertidumbre y angustia. Es cuestión de “logoterapia”, la terapia a través de la palabra, aunque sea palabra escrita para que luego cada cual reflexione y tome perspectiva.
Este artículo tiene dos partes: en la primera me referiré a películas del género epidemias de ficción. En una segunda parte comentaré películas de contagios reales.
Cine sobre epidemias: ficción
LA AMENAZA DE ANDRÓMEDA (1971). Dirigida por Robert Wise e interpretada por Arthur Hill y David Wayne, habla de un terrible microbio que causa estragos en el mundo. Un clásico de la ciencia ficción que cuenta con un interesante diseño de producción.
Cine sobre epidemias: casos reales
Comento ahora dos filmes de epidemias reales: la “encefalitis letárgica” de los años 1920; y el SIDA (VIH). Lo hago desde las películas: Despertares (1990) y Dallas Buyers Club (2013).
Con la ayuda de la droga L-dopa, Sacks obtuvo unos resultados inicialmente espectaculares. Ocurría esto en el año 1969, y Sacks se vio sorprendido con la mejora de pacientes que habían permanecido décadas en un estado de somnolencia y languidez absoluto. La droga los devolvió a la vida activa. Sin embargo, a la larga se observó que los efectos benéficos eran temporales y que poco a poco volvían a su anterior situación.
Sacks fue un médico de fama internacional, tanto por sus investigaciones neurológicas, como por las obras de divulgación que fueron superventas como el clásico “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero” (1987) y otras como “Los ojos de la mente” (2011).
En la película, el Dr. Sacks se llama Malcolm Sayer y está interpretado por Robin Williams. Era la época en la que el neurólogo ejercía en Nueva York, con los enfermos de encefalitis letárgica. El primer paciente que mostró signos de mejora con la L-dopa fue Leonard Lowe, que abandonó su estado de parálisis motora, para emprender una vida hospitalaria activa y animosa.
El director Penny Marshall conduce la historia de Sacks por unos derroteros entretenidos, de interés y amenos. Pero Marshall toca también el corazón del espectador, con un inteligente análisis sobre la naturaleza humana. Gran guion de Steven Zaillian, basado en la obra de Oliver Sacks, “Awakenings” (1973).
Entre los actores destaca un Robin Williams que hace un excelente trabajo como el Dr. Sayer (Sacks en la realidad), como médico comprometido con sus pacientes y muy vocacional. La otra pieza principal es Robert de Niro, el paciente recuperado y finalmente postrado de nuevo por la enfermedad, interpretando una patología con espasmos y tics, lo cual hace brillantemente, en una actuación dura y física. Julie Kavner estupenda como la abnegada enfermera Costello.
Película melodramática sobre la disposición médica, de cómo se producen los avances científicos, con tenacidad; es igualmente el ejemplo de un médico humanista y sus sentimientos hacia los pacientes que sufren. Un “Doctor bueno” –como se le califica en el film; quienes hemos leído su obra lo podemos tratar justamente con verdadero cariño.
Podría decirse que es una película aleccionadora, bonita y entrañable a la vez, sobre todo cuando pensamos que fue algo que sucedió realmente.
Buen guion de Melisa Wallack y particularmente de Craig Borten que se trabajó la historia real del personaje; una música interesante, buena fotografía de Yves Bélanger y excelente trabajo de maquillaje (Oscar).
En la primera década de los ochenta aparece la pandemia llamada SIDA (Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida) que acabó con millones de vidas humanas en el mundo. Muchos proclamaron que el SIDA era una especie de castigo divino para escarmentar a homosexuales y drogadictos. Esta perspectiva dio un giro cuando se comprobó que el SIDA afectaba a todo tipo de personas.
El protagonista Ron Woodroof (Matthew McConaughey), en 1992, poco antes de morir, fue sujeto de un extenso reportaje para The Dallas Morning News (Craig Borten lo entrevistó para preparar el guion). La de un vaquero bebedor, drogadicto y promiscuo. Al serle encontrada la enfermedad, en su ambiente machista es rechazado, no ya como “apestado”, sino como un supuesto homosexual, lo cual era el peor insulto en su ambiente.
Narra el filme el titánico esfuerzo Ron para sobrevivir a través de medicinas alternativas, y el enorme cambio interior que en él se produce en muchos aspectos como aceptar su enfermedad, por otra soportar el desprecio y la marginación, y finalmente comprender y empatizar con la población homosexual. De otro lado, está también la conversión de dejar de ser un ambicioso, para expender medicamentos alternativos a sus compañeros de enfermedad, gratis.
El peso fundamental de esta película recae sobre la excelente interpretación de un Matthew McConaughey genial, que sabe hacer verosímiles sus cambios a lo largo de la enfermedad, incluso adelgazó para hacer más creíble físicamente su papel de enfermo de SIDA; este papel memorable le valió el Oscar al mejor actor principal. Junto a él hay dos intérpretes meritorios, por un lado el de Jared Leto (Oscar a mejor actor de reparto) en el papel de su socio transexual, y el de Jennifer Garner en el rol de la Doctora Eve Saks.
Una película recomendable, tanto para quienes vivieron aquellos años ochenta y la aparición de la enfermedad, como para quienes siendo más jóvenes, no la vivieron en su fase letal.
Este artículo lo puedes leer más extenso en dos entregas de la revista ENCADENADOS:
Cine sobre epidemias y pandemias (1): Historias de ficción
Cine sobre epidemias y pandemias (2): Historias reales