Conocí al autor del tema musical que da título a esta opinión hace treinta años en el céntrico pub Blanco y Negro, o lo que es lo mismo al reciente ganador del premio Goya a mejor canción original el portuense Javier Ruibal. Recuerdo fue tras una actuación con su inseparable Tito Alcedo a la guitarra donde estaba reciente el disco ‘Cuerpo Celeste’ con un puñado de excelentes canciones entre un público reducido pero selecto.
Eran tiempos donde muy pocos sabían de su arte donde confluyen el flamenco, la música sefardí y magrebí, el jazz o el rock. Indudablemente para quienes allí estabamos era alguien que, a pesar del poco bombo que se le daba en su ciudad natal, merecía más reconocimiento con la seguridad de que tarde o temprano le llegaría su momento. Aún, a día de hoy, hay quienes no se aclaran si es Rubial, Ruibal o Rubiales, o si es de Cádiz o es de El Puerto, no obstante ya son más desde entonces quienes le conocen en la tierra que le vio nacer e incluso ya tiene su legión de aduladores aunque sean los clásicos pelotas de temporá de diversos medios locales.
Ni que decir tiene que fuera de la ciudad no necesita esa clase de hipocresía ni reconocimientos a toro pasado, y si preguntas en Madrid por él todo serán halagos y buenas críticas. Y es que días antes de la gala, donde se le concedió la estatuilla que lleva el nombre del insigne pintor, nadie se hizo eco por estos lares de la candidatura de nuestro paisano; es que nada de nada, ni una reseña en la sección de noticias locales, ni una entrevista en la emisora municipal pues andan en lo suyo, en sus mismos contenidos anodinos de siempre donde le bailan el agua antes a sus familiares y/o amiguetes que al genuíno cantautor. Ahora ya todo son fotos, reportajes y enhorabuenas en las redes sociales. Lo normal.
Fue a raíz de ser galardonado con la Medalla de Andalucía cuando la carrera de nuestro artista pasó a ser reconocida a nivel local y regional. El despegue definitivo merecido finalmente llegaría con el Premio Nacional de las Músicas Actuales en 2017 que concede el Ministerio de Cultura. Según consta en el fallo del jurado, se le otorgó esta distinción por “su excelencia” como autor e intérprete, por el desarrollo “de un lenguaje propio que ha influenciado a artistas de varias generaciones” y por “la calidad de su larga trayectoria desde la independencia y coherencia artísticas”.
Así es, Ruibal nunca se alineó con el mercadeo de las grandes discográficas, festivales pop, indies o flamenquitos. Tampoco lo oirás en las emisoras de radio con listas de éxitos, es por lo que debido a esa “independencia”, se puede permitir cuidar de su público y componer letras que hablan de “El Muelas con el Pelao cuando se apalancan en la esquina cantando por Los Chunguitos no sé qué de la heroína”. Real como la vida misma.