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Basilio Martín Patino nació en Lumbrales, un pueblo de Salamanca. Él ha sido sin lugar a dudas el gran introductor del género documental en la filmografía hispana, pues Patino sabía, y en cada gesto suyo lo hacía evidente, que sólo el recuerdo fiel, la memoria justa, puede salvarnos. Además, Patino, avanzó muchas tendencias en al documental contemporáneo, mostrando la fascinación de lo que es la realidad y lo que es la ficción, y dónde se sitúa la frontera entre ambas esferas.

Patino (1930-2017) nos dejó un 13 de Agosto de 2017, sin que hayan habido recordatorios significados acordes a tan valioso director, un cineasta valiente a quien la industria del cine no apreció en su justa medida. Sirvan estas líneas para hacer algo de justicia a su obra y a su persona.

Basilio Martín Patino, in memoriam

Basilio perteneció a una familia conservadora y sin embargo él optó por posiciones de izquierdas. Estudió en la Universidad de Salamanca y posteriormente obtuvo el título de director-realizador por la Escuela Oficial de cine de Madrid. Antes de sus estudios de cine se había dedicado a la literatura: estudios críticos y a escribir, entre otros, “Calle Toro, antes Generalísimo”, finalista del Premio de Biblioteca Breve.

Además, fue él mismo quien redactó los guiones de las películas que filmó. En 2007 le fue concedido el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Salamanca como broche a su carrera. En ese acto Patino se expresó así: “Querer es tratar de comprender sinceramente, y comprender implica también la libertad de poder disentir. Cada uno debe poder seguir su propio camino”. Pues bien, para este homenaje póstumo a tan significado realizador, he elegido algunas de las obras clave de su filmografía en pantalla grande y para TV.

NUEVE CARTAS A BERTA (1966).

NUEVE CARTAS A BERTA (1966). Película que obtuvo nada menos que la Concha de Plata del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, amén de tener un gran éxito de público. Es una película del denominado "Nuevo Cine Español" que muestra el desencanto de cierta juventud de post-guerra, sus dudas e inquietudes, numerosas escenas cotidianas de la vida salmantina de la época extraordinariamente filmadas; lo que sorprende es que sorteara la censura.

Contemplada hoy, esta cinta parece una especie de mensaje desesperado desde un tiempo tan antiguo como propio. Es esa desesperanza triste, gris y de provincia, la que vive el protagonista encarnado por Emilio Gutiérrez Caba. “Una realidad que era y hasta sigue siendo la nuestra”, como apuntó el crítico Martínez. Con silencios de un tiempo ahogado e impotente que recuerda esos años tediosos de la dictadura donde casi todo estaba prohibido.

 

CANCIONES PARA DESPUÉS DE UNA GUERRA (1971), quizá su título más emblemático, con imágenes que procedían del NO-DO y canciones de la época, pretexto éste para hacer todo un recorrido por la posguerra española que él mismo vivió con enorme abatimiento.

 

 

 

 

QUERIDÍSIMOS VERDUGOS: GARROTE VIL (1977). Premiada en el Festival italiano de Taormina, un documental en el cual entrevista a verdugos de la época y a familiares de ajusticiados. Cuando se visiona esta terrible cinta, duele ver la tranquilidad con que se expresan los verdugos reales de aquellos entonces, los del garrote vil y brazo en alto que cuentan sus hazañas. Hace daño la parsimonia de la crueldad, no por lo que dicen de los ejecutores solamente, sino por lo que muestra de los otros, sus víctimas, que además y para colmo eran sus vecinos.

CAUDILLO (1977). Sobre Francisco Franco (Gran Premio del Festival portugués de Figueira-Dafoz), documental que fue realizado en forma clandestina con imágenes y sonidos de archivo, en los que pudieron contar con fondos de organismos oficiales; se estrenaría tras la muerte del dictador y si bien en arte no se puede hablar de objetividad, lo que nadie negará es que es una obra honesta, como lo fue su creador.

En esta cinta Patino le viene a decir al dictador que mató a ciudadanos españoles, y se lo dijo en vida del general (como también se lo dijera antes Unamuno de viva voz). Se lo dijo de manera elegante, como elegante fue su cine; y con la contundencia y austeridad de su inteligencia.

Fue el mismísimo Carrero Blanco, Presidente del Gobierno de Franco en su momento, quien entendió lo que decía el cine de Patino y vetó las películas Queridísimos verdugos y El Caudillo, con cárcel para quien las difundiera. La trilogía: “Canciones…”; “Queridísimos verdugos” y “Caudillo” son, sencillamente, carne y sangre de memoria, la nuestra, la de hace menos de lo que pensamos, una memoria que mueve a la reflexión, pues como decía Patino “hay que protestar contra los recuerdos impuestos”, o sea, hacer que resucite lo más próximo a la verdad.

Otras producciones de Patino fueron Retablo de la guerra civil española (1980), 20 trabajos audiovisuales muy importantes que exponen una idea muy clara de lo que ocurrió en aquellos años fratricidas de la guerra civil española. En 1982, junto a otros realizadores, Patino estrena Inquisición y libertad, reflexiones en torno a una exposición sobre el Santo Oficio en España. Los paraísos perdidos (1985), en que la hija de un intelectual republicano muerto en el exilio, vuelve a su casa en Castilla para hacerse cargo del vasto legado cultural de su padre e intentar formar una institución, no sin esfuerzo.

Madrid (1987), en cuya cinta un realizador alemán en la capital de España pretende hacer un programa de televisión sobre la ciudad y la guerra civil, al cumplirse el cincuentenario de ésta, tomando partido por la libertad. La seducción del Caos (1990), proyecto en el que participaría Adolfo Marsillac, sobre un crimen aparentemente pasional que dió lugar a una investigación múltiple. Octavia (2002), sobre un personaje que empieza como guerrillero y acaba como activista a favor de los derechos humanos. Y en 2004 hizo una breve obra experimental de 3 minutos, Capea (C).

En 2011, en las revueltas ciudadanas de ese año, rodó Libre te quiero, documental estrenado en la Semici de Valladolid en octubre de 2012, sobre los acontecimientos ocurridos en Madrid durante mayo y octubre de 2011, los manifestantes del 15M en la Puerta del Sol y la construcción de la Acampada, ciudad asamblearia cuya estructura se extiende a los barrios y ciudades próximas y a todos los rincones de España, con música de Amancio Prada.

Televisión. Para la Televisión, en 1996 rodaría obras pertenecientes a una serie de siete películas sobre Andalucía, de título "Andalucía, un siglo de fascinación". Los capítulos fueron: Casas Viejas: el grito del Sur, con testimonios sobre la represión por parte del ejército al servicio de la República en 1933, de una rebelión campesina de corte libertario en la pequeña localidad gaditana de Casas Viejas. Paraísos (1996), sobre tres extranjeros que viven la experiencia naturalista, comunitaria, utópica y hermosa de una vida libre en Andalucía, donde se interroga si es posible la utopía.

Desde los más hondo: Silverio I (1996), que refiere el descubrimiento de un soporte de estaño en la que un colaborador de Edison habría grabado la voz nunca oída del mítico Silverio Franconetti (1829-1889), intérprete fundamental del cante flamenco.

El jardín de los poetas (1996), en homenaje a la poesía andaluza y la Generación del ‘27. Ojos verdes (1996), revisión crítica de la copla, una estética que forma parte del sentir del pueblo andaluz, que tiene como hilo conductor la conocida copla "Ojos Verdes". Desde lo más hondo II: El museo japonés (1996), un singular museo que se adentra en la memoria histórica del cante hondo, con el pueblo japonés interiorizado de este arte popular. Carmen y la libertad (1996), en la que el polémico director de escena Stephan Lupasko llega a Sevilla para organizar un montaje especial de la obra de Bizet.

Concluyendo

Resulta difícil en tan corto espacio redondear la obra de una figura tan principal de nuestra cinematografía, el documentalista por excelencia, el rebelde y decidido Martín Patino, un hombre que aportó muchísimo a la historia del cine español. Viajó por medio mundo (Venecia, Aichi, Shanghái, Montpelier, Múnich, Hamburgo, Nueva York, Atenas, etc.) recogiendo homenajes y premios internacionales en festivales y academias de cine, como los recibidos en España (San Sebastián, Huesca, Centro de Arte Reina Sofía, Academia de Cine, Círculo de Bellas Artes, Universidad de Salamanca…).

La pregunta es: ¿Cómo es posible que la Academia de nuestro cine nunca se aviniera a darle un premio Goya a Basilio Martín Patino? Era más que justificado, aunque sólo hubiera sido honorífico por toda su trayectoria y obra. Pero está claro que Martín Patino era una persona demasiado libre y para algunos, y un realizador molesto para el Staff. Sin duda fue un autor arrinconado por nuestra filmografía. Patino, hombre inquieto, libre, comprometido y ajeno a los mercaderes del cine. Descansa en paz. Desde arriba rueda ya otros documentos más esponjosos, ingrávidos y sutiles.