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La zona más meridional de la península ibérica es Cádiz, la Costa de la Luz, una geografía bañada por el Atlántico con múltiples atractivos para el visitante: geografía privilegiada de sierra y costa, extensas playas de fina arena, bellos pueblos y la capital, Cádiz, con más de tres mil años de historia.

Pero su costa próxima a Marruecos y una población joven olvidada y con mucho desempleo, ha hecho que prolifere en esta tierra el turbio negocio del tráfico de hachís, sobre todo.

Hace ya algunos años, José Manuel Caamaño, antiguo compañero de colegio y en su vida adulta un policía conocido como Mané fue el primer infiltrado en el mundo del narcotráfico de Marruecos, camino a las costas gaditanas. Caamaño ha escrito novelas como Bebedores de té y Conexión Galicia, de cuanto enredo y doblez implica el narco en esta zona sur.

Caamaño dejó claro en su obra y en sus manifestaciones que el narcotráfico se vio notablemente enrarecido y peligroso cuando hicieron acto de presencia cárteles y mafias foráneas como los rusos o los colombianos.

A propósito de este tema hoy analizaré dos películas: Tierra de nadie (2025), de A. Pintó; y El niño (2016), de E. Monzón.

TIERRA DE NADIE (2025). Sigue la película a tres viejos amigos en la costa gadita. Mateo "el Gallego", un reconocido y arrojado guardia civil (Zahera); Juan "el Antxale", un pescador convertido en narco (Elejalde); y Benito "el Yeye", un resignado depositario judicial, siempre entre la ley y la delincuencia (Carroza).

Estos tres amigos son muy creíbles para un lugar, Cádiz, y el momento actual. Los tres al pairo del viento de levante y el abandono de las instituciones. En un tiempo en que se ha experimentado un violento e imparable ascenso del narco en la provincia, unido a un aumento del descontento social y el desempleo.

Por lo tanto, son tres hombres amigados, casi fraternos, atrapados en el polvorín de la droga y de sus avatares. Todos pondrán a prueba su amistad en el transcurso de la historia, si bien en ningún momento se enfrentan ni ponen a prueba su lazo de fraterno. El traslado de un pequeño yate incautado a un peligroso cártel deviene aventura entre la vida y la muerte.

Excelente dirección de Albert Pintó con un libreto preciso de Fernando Navarro, una magnífica fotografía David Acereto, que aprehende el paisaje gaditano de marisma, salinas y matorral bajo, con la intrusión del mar y la desembocadura de los ríos Guadalete y San Pedro y, al fin, el enorme puente de la “Constitución de 1812” que atraviesa la bahía.

Lo que vemos es una historia pegada al terreno, creíble y que entretiene en todo momento, un filme que tiene una tensión que corta el aliento, emoción bien dosificada y una trama que engancha.

Hay melancolía e impotencia en las historias de estos colegas, tres hombres con su buena dosis de desgracia, hombres perdedores, soñadores, encarnados magistralmente por el firme Luis Zahera (refleja de maravilla la frustración de su personaje como guardia civil), el fantasioso, pero capo Karra Elejalde y Jesús Carroza, cuyo personaje imprime de ternura a la película.

Acompañan artistas de reparto muy bien y conjuntados como Vicente Romero, Paula Díaz (la novia enamorada), Damián Alcázar, Jero Medina (muy bien como el maligno colombiano que se hace personaje odioso), Emilio Palacios, Tamara Casellas o Mona Martínez.

La película de Pintó es un drama social lleno de claroscuros, con más grises que claros, en el cual no cabe el maniqueísmo. Aunque el Gallego, guardia civil, es el personaje más íntegro, pronto se hace cargo de cuánto está dispuesto a hacer (junto con los otros dos), con tal de conseguir el botín que oculta la deseada embarcación.

Hay agentes corruptos comprados por los narcos; criminales que salen de la cárcel por los manejos ocultos de los abogados y el dinero abundante. Los hay puramente ambiciosos, y otros “caen” en la trampa para poder subsistir en un mundo muy difícil. Como decía, ni los malos son tan malos ni los buenos son tan buenos.

Metraje muy bien llevado, con un ritmo in crescendo, acontecimientos poco o nada previstos, situaciones de peligro extremo para mantener la tensión y un cierre humano y correcto de la película.

Esta obra es de seguro apetecible para los entusiastas de los thrillers, a los cuales les dejará una buena impresión y, sin duda, saldrán contentos de la sala.

Filme que retrata bien la realidad de la droga en la costa gaditana, con un mensaje, dentro de lo desolador, esperanzador; entre la ley y la corrupción; entre la lucha contra el narcotráfico y enriquecerse con los estupefacientes.

Revista Encadenados.

 

EL NIÑO (2014). Una fotografía resplandeciente muestra excelentes panorámicas de la Costa de la Luz, donde el Mediterráneo y el Atlántico se dan la mano. La película refleja unos personajes sacados de la realidad de esta costa, donde se entrecruzan policías, chorizos de más o menos monta, moros traficantes de hachís, y la semblanza de la dudosa Gibraltar.

La cinta el tráfico de droga desde Marruecos, la proximidad con África y todo cuanto ello supone, tienta a los jóvenes en paro que a veces encuentran una salida a su precaria situación, arriesgándose a conseguir dinero fácil. Jóvenes paupérrimos que viven al lado de zonas como Sotogrande, con sus mansiones y flamantes yates, en la comarca del campo de Gibraltar.

La película cuenta la paradójica y extraña situación de Gibraltar, un pueblecito encima de un peñón, sin agricultura, sin aparentes recursos que, empero, goza de un alto nivel de vida que choca con las carencias de los pueblos colindantes: la Línea, San Roque o Algeciras ¿Qué pasa en esa “ínsula” británica? Hay negocios turbios con productos libre de impuestos como la cosmética, la perfumería o el tráfico ilegal de tabaco, amén del comercio irregular de petróleo, la droga y el blanqueo de dinero. Son todos, temas apuntados en la cinta y muy bien narrados, con un excelente lenguaje cinematográfico.

La historia son las aventuras y desventuras de dos jóvenes, El Niño y El Compi, que bien por falta de trabajo o el otro abandonando su labor en una almadraba de atunes en Barbate, pretenden ganar dinero traficando con hachís en el estrecho de Gibraltar.

Es una actividad de riesgo, donde se vive intensamente, donde se maneja el dinero a espuertas. Por otro lado, Eva y Jesús son dos agentes de la Nacional Policía antidroga que llevan años tras importantes capos del tráfico de cocaína. Su objetivo es un malhechor relacionado con la Mafia rusa apodado El Inglés, que mueve el negocio desde Gibraltar.

En la trama todos los personajes acaban encontrándose: policías, jóvenes, marroquíes y grandes mafiosos, resultando un thriller muy interesante. O sea, la película cuenta dos historias que se desarrollan de manera simultánea y paralela: la de unos policías que van tras una red de tráfico de cocaína; y, por otra parte, la historia de dos jóvenes amigos algecireños que sueñan con ganar dinero contrabandeando hachís a pequeña escala con una moto acuática.

Y ambas líneas argumentales convergen en la parte final de la cinta de manera espectacular y emocionante, e incluso en cierto modo, con final feliz.

Dirección sobresaliente de Eduardo Monzón. El guion del propio Monzón junto a Jorge Guerricaechevarría trenza una historia creíble que parece sacada de la realidad del litoral que va de Chiclana a San Roque, en la costa gaditana.

Excelente y trepidante música de Roque Baños; y la resplandeciente fotografía de Carles Gusi, como resplandeciente es ese Cádiz del que Manuel Machado decía: “Cádiz, salada claridad”. La puesta en escena, el genial montaje y los escenarios perfectamente elegidos, construyen una obra de gran calidad y verismo.

En cuanto al reparto, todos los actores y actrices hacen papeles redondos. Luís Tosar borda el papel de policía pertinaz, escéptico y sin vida propia. Muy bien como compañera de investigación Bárbara Lennie. El cínico y también policía Eduard Fernández tiene unos diálogos con Tosar brillantes. Sergi López, otro policía hace un papel inquietante y muy fino en sus matices.

El sevillano Jesús Castro es un joven de gran talento para el cine e igual su colega Jesús Carroza, debutante aquí. O sea, un reparto muy bueno que rezuma verosimilitud: los policías, los jóvenes traficantes, todos son creíbles, incluida la novia marroquí de uno de los jóvenes, la bella debutante saharaui Mariam Bachir que ha dado el campanazo con esta película.

Guion de Daniel Monzón (“Celda 211”), junto a Jorge Guerricaechevarría, y les ha salido un filme muy bueno, uno de los mejores thrillers del cine patrio. Es un libreto sustentado sobre un buen trabajo de documentación e investigación sobre el mundo de la droga, de los viajes de tantos jóvenes a Marruecos en busca de “chocolate”, el papel de la policía antinarcóticos, etc.

Tiene una gran producción que nada tiene que envidiar a Hollywood, esbozan un fiel retrato de ambos lados del estrecho y de la propia Gibraltar, con un realismo naturalista. Y las escenas de acción, como las persecuciones en helicóptero tras la lancha rápida de los traficantes; son escenas rodadas con seguridad y arrojo. Diálogos reales, elipsis las justas, ritmo vibrante, sin tregua para el espectador.

En suma, película impecable con maravillosa fotografía, bellas imágenes, acción trepidante, impecable montaje, buenas interpretaciones, y un filme contextualizado, familiar nosotros que vivimos a diario la historia del tráfico de droga, y la insólita roca británica en medio de la costa gaditana. La película es un sólido y preciso trabajo artesanal.