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Robert Redford ha sido una figura sustancial en la historia del cine contemporáneo. Su influencia se extiende más allá de la pantalla. Fue actor, director, productor, activista y fundador del cine independiente moderno.

Nacido el 18 de agosto de 1936 en Santa Mónica, California, Redford creció en Los Ángeles en una familia de clase media. Su madre falleció prematuramente, un hecho que marcó profundamente su juventud.

Aunque inicialmente se inclinó por el arte y el deporte —destacando como jugador de béisbol—, abandonó sus estudios universitarios y emprendió un viaje por Europa que lo acercó al mundo bohemio y artístico.

A su regreso, estudió arte dramático en la American Academy of Dramatic Arts de Nueva York, lo que lo llevó a debutar en Broadway y posteriormente en televisión, con papeles en series como Playhouse 90, Perry Mason y Alfred Hitchcock presenta.

Redford debutó en cine con War Hunt (1962), pero su ascenso comenzó con Descalzos por el parque (1967), junto a Jane Fonda. Su consagración fue con clásicos como: Dos hombres y un destino (1969), El golpe (1973), Todos los hombres del presidente (1976), Memorias de África (1985) o El hombre que susurraba a los caballos (1998).

Como actor, su estilo combinaba carisma en pantalla y una elegancia natural que lo convertiría en símbolo de sofisticación. Fue nominado al Oscar como actor y ganó el premio como Mejor Director por Gente corriente (1980). También fue nominado por Quiz Show (1994) y recibiría un Oscar honorífico en 2002.

Redford redefinió el papel del artista como creador y mentor. En 1981 fundó el Sundance Film Institute, que dio origen al Festival de Cine de Sundance, actualmente la plataforma más influyente para cineastas independientes. Gracias a este espacio, directores como Quentin Tarantino, Steven Soderbergh o Darren Aronofsky encontraron su primera oportunidad.

Activismo y vida personal

Comprometido con el ecologismo y las causas sociales y políticas, Redford fue un defensor del medioambiente, los derechos de los indígenas y la libertad de expresión. Fundó The Redford Center, una organización dedicada a promover el cambio a través del cine documental.

Vivió sus últimos años en su rancho en Utah, junto a su esposa Sibylle Szaggars, artista y colaboradora en proyectos medioambientales. Tuvo cuatro hijos, y sufrió la pérdida de su hijo James en 2020, lo que lo alejó aún más del foco público.

Robert Redford falleció este 16 de septiembre de 2025 a los 89 años, en su hogar de las montañas de Utah, rodeado de su familia y seres queridos. Tiene en su haber más de 50 películas como actor; una veintena como director y productor; la creación de una plataforma para el cine independiente y una vida dedicada al arte, la naturaleza y la justicia social.

De su extensa filmografía comento ahora: The Old Man & the Gun (2018), de D. Lowery; Un paseo por el bosque (2015), de K. Kwapis; La Conspiración (2010), de R. Redford; La sombra de un secuestro (2004), de P. J. Brugge; Quiz Show. El dilema (1994), de R. Redford.

THE OLD MAN AND THE GUN (2018). Esta fue la última película interpretada por Redford (aunque de forma esporádica volvió en Vengadores: Endgame, 2019; y junto al escritor de Juego de tronos, George R.R. Martin, en la serie de TV Dark Winds, que ambos produjeron).

Esta es una cinta anti muchas cosas. Anti esta nuestra época de desatino, falta de educación o dificultades para encontrar una pasión absorbente en la vida. Contrariamente, el protagonista del filme, Forrest Tucker (Redford), ladrón de bancos, es un hombre pulcro, correcto, y apasionado por robar y evadirse de la cárcel cuando lo pescan.

Además, hay igualmente otro aspecto en esta cinta que choca con el mundo actual donde los viejos no cuentan, no existen, son “invisibles” socialmente. En esta cinta es lo contrario, Tucker y sus amigos mayores forman la llamada “banda de los carrozas”, fichados y perseguidos, o sea, hay alguien que los tiene en consideración. Eso mejor que nada.

Nuestro personaje sabe también de dónde viene y a dónde quiere ir. Es la glorificación de lo más gansteril que, al ser Forrest tan cordial y desinteresado, está por encima cualquier atisbo de crueldad.

El director David Lowery, guion suyo, adaptación de un artículo de David Grann sobre la historia del impenitente ladrón de Bancos Forrest Tucker, consigue tejer una historia agradable, inteligente, delicada y simpática, con momentos sin duda exagerados, y conjugando, romance con el sabor agridulce de las cosas de la vida.

El reparto y la película están sostenidos por un gran Redford icónico (posiblemente en los mejores momentos que nos haya dado). Un Redford con rostro surcado por el tiempo, broncíneo, de límpida mirada azul, aspecto de hombre sabio, que se despide a lo grande, haciendo lo difícil fácil. Junto a él una Sissy Spacek con quien protagoniza escenas románticas hermosas. Y entre tanto poderío, la meritoria interpretación de Casey Affleck como el policía obsesionado e incluso encariñado con el asaltante “carroza”.

La película es el genuino Redford actor y cineasta, es él quien le da sentido cabal al relato. Muchos fuimos a ver esta película por ser el adiós de un actor para la eternidad, alguien que ha interpretado y dirigido grandes películas. Que tiene el quid de los grandes: sintonía con la cámara.

La cinta, a pesar de su tintura nostálgica, los adioses y todo eso, no renuncia al sentido del humor, que es un recurso muy importante de este testamento cinematográfico.

La obra destila el aroma del cine independiente, del que Redford fue un adalid. Película, pues, para felicitar y felicitarnos por este actor que a lo largo de su vida, lejos de adormecerse en su fama y su esplendor, no dejó de trabajar para el Séptimo Arte y para la sociedad.

Película que cumplió como broche final de la carrera de Redford. El director Lowery, no sólo volvió a ver las películas más emblemáticas del actor antes de rodar este filme, sino que llega a incluir imágenes de archivo de otras películas suyas para recrear los atracos del viejo Redford, escenas de títulos como “La jauría humana”, entre otros.

Revista Encadenados

UN PASEO POR EL BOSQUE (2015). El escritor Bill Bryson (Redford), después de veinte años en Inglaterra retorna a los Estados Unidos. Es un hombre mayor, con una bonita familia y una amantísima esposa (Thompson).

Así y todo, decide iniciar una gran aventura: recorrer el camino de los Apalaches, en un itinerario a pie atravesando los paisajes más bellos del continente. Cuenta con la compañía de un viejo amigo (Nolte), el único dispuesto a acompañarlo.

La película resulta de la adaptación de A walks in the Woods (1998), uno de los más divertidos libros de viajes del británico nacido en los EE.UU., Bill Bryson. El director Ken Kwapis, todo un veterano autor, acierta a construir una comedia afable y encantadora.

El guion de Michael Arndt y Bill Holderman, que recrea la novela de Bryson, tiene unos diálogos ocurrentes, afilados y un particular humor muy gracioso.

Me ha gustado mucho la música de Nathan Larson y la fotografía de John Bailey es resplandeciente, justo para los hermosos parajes y vistas que en la película asoman para el recreo del espectador, en el denominado Sendero de los Apalaches.

El reparto está presidido por un estupendo Redford a sus ochenta años, un actor que en su madurez gana y que se muestra natural y sin artificios. No le va a la zaga un enorme Nick Nolte como hombre tosco, fullero y con tendencia contenida al güisqui, que acompaña perfectamente a su pareja de viaje.

Bella y estupenda Emma Thompson en el poco metraje que le corresponde. Y quiero resaltar a Kristen Schaal, que hace un papelito de lo más cómico como muchacha engreída y verborrágica, una joven caminante con mucha gracia, tal vez desaprovechada.

En una obra con hombres mayores, está la idea de que la vejez no es óbice para tener proyectos, ilusiones y llevarlas a cabo; el afán y la excitación por descubrir nuevas cosas, por tener experiencias o poner en marcha empresas largamente guardadas y que un buen día, nos invitan a salir, como en los personajes, a salir caminando por una ruta extensa y casi imposible: ¡más de tres mil kilómetros! Pero van.

Estas son las asignaturas pendientes, el gusto por conocer a personas nuevas y nuevos horizontes, por sentir que se está vivo. Película que es una enseñanza para los mayores de hoy que están, más que antaño, en buenas condiciones físicas y mentales. Como dijo Redford en el filme: “El sendero de los Apalaches es como la vida, no sabes lo que está por llegar, pero lo haces lo mejor posible”.

 

LA CONSPIRACIÓN (2010). Película basada en hechos reales acaecidos en 1865, tras el asesinato del presidente Abraham Lincoln. Con motivo del magnicidio, ocho personas son detenidas y acusadas de conspirar para matar al presidente, al vicepresidente y al secretario de Estado.

Una de esas personas es Mary Surratt (muy bien Robyn Wright), a la sazón dueña de la pensión donde John Wilkes Booth (bien Toby Kebbell), el autor del crimen, y sus cómplices se habían reunido para planificar el atentado. Era una época de mucho resentimiento contra el Sur, y esta actitud impera en las autoridades de Washington.

El abogado, un joven héroe de la guerra de secesión, Frederick Aiken (James MacAvoy sensacional), será quien defienda a la señora Surrat ante un tribunal militar. Las garantías del juicio son dudosas y el joven letrado lucha frente a la incomprensión de todos, porque el juicio cumpla las mínimas garantías para su defendida.

Redford, en consonancia con el guion de James Solomon, desarrolla y afianza la temática que le interesa: la colisión  entre la “razón de estado” y la necesidad de hacer justicia, entre el poder y el espíritu de las leyes.

Es una película bien dirigida por Redford, con buenas intenciones, hay mucho flashback y le falta alguna ondulación para que el relato tenga más cambios de temperatura, pues es es una película correcta que no brinda frío ni calor.

Pero es un película valiente, por alzaprimar la dimensión ética y la lucha en solitario del protagonista letrado por conseguir un juicio justo frente al odio y la sed de venganza generalizada entre la población y el gobierno, e incluso en su novia. En estos tiempos dudosos Redford expone la historia de una lucha valiente en pos de la verdad y la justicia.

Bien la puesta en escena y el trabajo de fotografía a cargo de Newton Thomas Sigel. Los ocres y sepias de las imágenes remiten a las películas antiguas, así como la luz tamizada esconde los perfiles y suaviza las formas. 

Buena puesta en escena, excelente reparto y una música interesante (Mark Isham). Todo ello hace a una una película interesante, recomendable para quienes no conocen las circunstancias del magnicidio de Abraham Lincoln.

 

LA SOMBRA DE UN SECUESTRO (2004). Película absorbente que no da respiro y que trata sobre la naturaleza humana en formato thriller. Tiene tinte de caso extremo de violencia y sometimiento, pero paralelamente, una inusitada historia de amor.

A mí me parece también una metáfora de la vida, un acontecimiento que ocurre de manera dramática y rotunda en el filme, pero también en la vida; con sus matices y gradientes, es más común de lo que parece en nuestra existencia y en nuestros entornos.

El holandés Pieter Jan Brugge es sobre todo un productor, cuya única película dirigida es esta. Curioso, pues la película está muy bien llevada, con mucha agudeza sobre todo en los detalles, elegante ritmo pausado, y gran dirección de actores.

Además de ello, Brugge aporta el original recurso narrativo de romper la unidad temporal por medio del montaje, es decir, hacer que las historias paralelas de los personajes transcurran en tiempos distintos, cuando aparentemente siguen un orden temporal común.

La obra tiene un guion bien elaborado, escrito por Justin Haythe, basado en una historia de Brugge y Haythe. Es un libreto con tensión, lúcido y agudo, diálogos interesantes en su tonalidad profunda, sus intrincados recodos, las emociones inconfesables largamente guardadas en forma de rencor; incluso toca el territorio del amor.

El reparto es de lujo con un Robert Redford que hace un gran trabajo interpretativo: soberbio y convincente. Willen Dafoe está sobresaliente en el rol de hombre abyecto, envidioso y amargado. Y Helen Murray está perfecta como la abnegada esposa capaz de todo para que su matrimonio no salte en pedazos. Tres interpretaciones sabiamente recreadas.

 

Este film hace una dura y amarga diatriba social sobre la hipocresía, las mentiras, las desventuras y fingimientos que suelen acompañar el camino del éxito y la aparente "estabilidad familiar". Muy buena y apropiada a este grueso tema la música de Craig Armstrong y la brillante y nítida la fotografía de Denis Lenoir.

Thriller tintado de drama e intriga, que tiene su mensaje social y moral, que aborda la envidia como motor de mal (Arnold es un gran envidioso de Wayne). La envidia, a diferencia de los celos que necesita de al menos tres personas en liza, es una relación de dos partes en que un sujeto envidia al otro por alguna posesión o cualidad, lo cual suele acabar en destrucción.

 

QUIZ SHOW. EL DILEMA (1994). Estupenda película basada en hechos reales. Los acontecimientos se remontan a los años 1956 y 1959, cuando un profesor de inglés de la Universidad de Columbia, Charles Van Doren (Ralph Flennes), por razones poco ortodoxas se convirtió de la noche a la mañana en un personaje público de primer orden en los EE.UU., por el hecho de participar y ganar ininterrumpidamente en un concurso de TV llamado “Twenty One”.

El personaje es miembro de una acreditada familia de intelectuales, sobre todo su padre (Paul Scofield), pero también su madre escritora (Elizabeth Wilson). Durante años y programa tras programa, el atractivo profesor contestaba casi sin titubear a las más insólitas preguntas que versan sobre todo tipo de cuestiones: preguntas sobre Historia, deporte, ciencia, etc.

Justo cuando estaba en el cenit de su popularidad, otro concursante previo a él (John Turturro), que había sido eliminado con malas artes, denunció que el concurso era una farsa.

La dirección de Robert Redford es de las mejores en su haber. No en vano, el Círculo de Críticos de Nueva York la premió en su momento como mejor película. Redford sabe describir con gran profesionalidad el mundo corrupto de los programas televisivos, mostrando los entresijos de este tipo de transmisiones y los intereses que las dirigen, donde lo que más peso tiene es la audiencia.

Entonces, lo que hay que hacer es buscar a un concursante bien parecido, con una impronta académica seductora, tal el caso del protagonista. Redford, nos muestra lo que realmente sucede en un concurso televisivo, donde importa la audiencia, más que lo que sepa el concursante; importa también lo que consigue ganar (dinero), y si además es guapo, mucho mejor.

Este es el caso del joven profesor Charles Van Doren (Ralph Flennes), quien desbanca de su lugar de ganador, previo acuerdo con la dirección del programa, al anterior concursante de éxito, un joven desgarbado y poco agraciado que ya había cansado a la audiencia, personaje protagonizado por un enorme John Turturro.

El trabajo de Redford es genial pues logra contar la historia con agilidad y sin remilgos, poniendo la mano sobre la llaga directamente. Y lo hace introduciendo a un personaje muy interesante que juega un papel como bisagra entre la infracción de los directivos de la cadena televisiva y la falta grave de Doren como cómplice.

Se trata del abogado y miembro del Congreso de los EE. UU. Dick Goodwin (Rob Morrow), quien sin ser el guapo ni el feo, es el que logra salvar la dignidad y la ética en el planteamiento del film.

Esta película tiene además una excelente puesta en escena, la ambientación es muy cuidada, la música de Mark Isham acompaña muy bien y la fotografía de Michael Ballhaus me parece magnífica.

Lo mejor es un reparto de lujo. Lo hace de forma superlativa el cínico y atractivo profesor Doren, interpretado por Ralph Flennes, quien saca buen partido de sus cualidades para un personaje con angulaciones variadas.

El concursante segundón es interpretado por John Turturro, tal vez el más sembrado de todos, pues hace un trabajo de excelencia. Pero tampoco está nada mal el insistente abogado y héroe de la peli Dick Goodwin interpretado por Rob Morrow, vena humorística y picante inteligencia.

Finalmente, hay que felicitar al consagrado actor británico Paul Scofield (1922-2008) –Oscar en 1966 por “Un hombre para la eternidad”- en el papel de padre del concursante. Estos actores y el resto de reparto es uno de los méritos de Redford y sus asesores de casting, que consiguieron un grupo actoral cohesionado y archi competente.

Tras esta película es indispensable interrogarnos sobre el mundo de la televisión. Sobre si es tan cruel, inhumano y demoledor como plantea la película. En una parte del film se compara las cadenas de TV con otras grandes corporaciones y fuerzas de la economía (farmacéuticas y otras). La pregunta es si las grandes cadenas que vemos cada día hacen lo que les viene en gana, si son invencibles, si sus magnates y directivos son intocables.

De igual modo uno se pregunta: si te dan mucho dinero por ir a un concurso para contestar preguntas que ya conoces de antemano: ¿qué harías? Yo lo tengo claro.