El Puerto de Santa María celebró este martes 16 de julio una de sus jornadas más emblemáticas con motivo de la Festividad de la Virgen del Carmen, patrona de los marineros. Una cita marcada por el fervor popular, la participación masiva y momentos cargados de simbolismo y emoción.
Desde primera hora de la mañana, la ciudad se volcó con los actos organizados en torno a la imagen, que fue trasladada desde la capilla de la Plaza de la Tradición hasta el Real Club Náutico, dando inicio a una intensa jornada de celebraciones. Posteriormente, se celebró la Solemne Función Principal de Instituto en la iglesia del Carmen y San Marcos, oficiada por el párroco Antonio Durán, con la asistencia de numerosos fieles y representantes municipales.
Ya por la tarde, la imagen, vestida para la ocasión por Isaías García, recibió ofrendas florales en Puerto Sherry de manos de los alumnos del Club de Vela y devotos. Desde allí, comenzó la procesión marítima, que recorrió la costa hasta el río Guadalete, donde fue homenajeada por la Asociación Recreativa de Pescadores La Rampa y el Real Club Náutico.
Uno de los momentos más esperados se produjo en la avenida de la Bajamar, con el encuentro de la procesión marítima y la terrestre, y la tradicional bendición de las aguas. El espectáculo de fuegos artificiales y los aplausos del público pusieron el broche a una jornada inolvidable.
La procesión terrestre, que partió de la iglesia del Carmen y San Marcos, estuvo acompañada por la Banda de Música Maestro Dueñas y recorrió un itinerario lleno de momentos especiales: la recepción en el convento de las Concepcionistas, el paso por el colegio de Las Carmelitas, donde un coro de niñas interpretó la Salve Marinera desde un balcón, o la petalá en la calle Luna frente a la iglesia de las Esclavas, sede canónica de la Hermandad del Dolor.
Durante todo el recorrido estuvieron presentes representantes de la Corporación Municipal, entre ellos el alcalde Germán Beardo y varios concejales del equipo de Gobierno, además del teniente de alcalde de Fiestas, David Calleja, encargado de la ornamentación de la fachada y del vestuario de la imagen, que lucía un escapulario donado por el bordador local Jesús Peral y diseñado por el cofrade Óscar Monís.