La censura del sí

Por J. Joaquín García-Romeu
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Vivimos tiempos de censura y linchamiento social, en donde la racionalidad, la cordura, y el derecho natural no tienen hueco, lo políticamente correcto, según los mantras líricos, se basan en esa doctrina, tipo Mao del pensamiento único, algo que, poco a poco, atropella derechos y deberes.

Conforme la rueda de la “justicia” gira rápida e inmisericorde, vamos comprobando que cada día quedan  más muertos sociales, y apestados, en las cunetas que flores en el campo.

Sun Tzu fue quien, en sus inmortales pensamientos, dijo que las ruedas de la justicia giran lentamente, pero giran bien, bien para evitar injusticias… que provoquen más injusticias, pero hoy día, por desgracia prima la consigna de que es preferible mil inocentes en la cárcel que un culpable en libertad.

Si fuera políticamente correcto no se me ocurriría decir que desde hace mucho tiempo quien maltrata a alguien debe ser castigado, si fuera políticamente correcto no debería decir que la presunción de inocencia es un derecho constitucional, si fuera políticamente correcto no debería decir que el maltrato es maltrato allí donde y sobre quien se ejerza, pues, como decía, al más puro estilo de la inquisición, la delación, la simple acusación lanza al potro al culpable, para que bajo tortura, humillación y despojo de todo atisbo de humanidad confiese o demuestre su inocencia.

Del mismo modo, hoy, la simple acusación, bajo pena de peores consecuencias genera la humillación, pues no es delito machacar en Facebook, ya sea institucional o personalmente a alguien; de entrada y hasta que demuestre su inocencia será privado de ver a sus hijos; se verá obligado a ser señalado, y caso de demostrar su inocencia, caso de recuperar sus derechos, paseará bajo la atenta mirada de quienes le señalaran con el dedo.

Sí, vivimos con la estrella de David pegada al pecho, sobre el abrigo, sospechosos de criminales por tener un sexo definido, violadores en potencia que no podemos salir a la calle y regresar indemnes a casa, pues si con dos copas miras a una mujer con ojos, simplemente de enamorado, estas a merced de si la receptora te denuncia por acoso visual, y no lo invento; a merced de conocer a alguien, y esto es real, que practica el sexo oral, se deja llenar de chupetones y luego denuncia porque a mitad del acto de la penetración decidió que quería parar, y aunque se pare, aunque se acepte, aunque se detenga el acto, cabe la denuncia por violación, pues la indecisión no es un sí.

Vivimos un surrealismo propio de las películas de Buñuel, pero que no hace gracia, vivimos en un mundo de vendedores de calzoncillos y cajeras de supermercado, de la forma más despectiva que se puede interpretar, que nos hacen marcar el paso de la oca, olvidando la norma más esencial del arte de gobernar, y que solo tiene dos vías, con la formación, o con la represión…

J. Joaquín García-Romeu

J. Joaquín García-Romeu, nacido en Cádiz, es licenciado en Derecho por la Universidad de Cádiz. Ejerce como abogado en la localidad de El Puerto de Santa María y en Sevilla, actividad que compagina desde los años 90 con colaboraciones en el mundo de la prensa y con la publicación de libros como 'La última negra' (Ediciones Atlantis) en 2018.