Jesús Barbadillo Angulo (Tribuna libre)- Nos hallamos en una situación de total incertidumbre, expectantes ante las medidas que nos van a aplicar con vistas a paliar la propagación de este inesperado virus. Una de las posibles opciones consiste en el confinamiento domiciliario que no incluya el cierre de Centros Educativos y otros servicios; es comprensible la dificultad que conlleva dar con la más adecuada, evidentemente no existen soluciones sencillas para problemas complejos. Hay opiniones para todos los gustos, algunos afirman que cerrarlos supondría una merma o retraso en el proceso de aprendizaje de los alumnos, es decir, no se pueden perder más clases.

Expreso mi disconformidad ante dicho planteamiento, sabemos que  al menos la mitad de los contenidos, las habilidades y destrezas, la competencias claves adquiridas o como quieran llamarlas que se trabajan durante el periodo de escolarización (ya sea obligatoria o no), tienen nula o escasa utilidad a lo largo de sus vidas.



En una sociedad  con facilidad de acceso a las nuevas tecnologías, dotada de medios para obtener información sobre cualquier materia, tutoriales, aprendizaje de idiomas... con un simple "clic", se puede llevar a cabo una adecuada adaptación del currículum; bien es cierto que se pierden otros aspectos importantes de las clases presenciales como la socialización, además del problema que supone para los padres... No obstante, es fundamental equilibrar  la balanza a la hora de tomar una decisión porque está en juego nada más y nada menos que la salud.

Bajo mi punto de vista, nos encontramos en un momento ideal para transmitir a nuestros alumnos la importancia y el cuidado de la salud, la relevancia que conlleva el esfuerzo colectivo y solidario para hacer frente a una situación adversa, ya sea de índole sanitario o cualquier otro; es un valor que van a integrar en sus vidas con más eficacia que haciendo los ejercicios escritos del libro referentes a la unidad didáctica del cuerpo humano o el tratamiento del mismo como tema transversal en clase, por poner un ejemplo.

Ignoro cuál sería la medida más eficaz, tal vez ni siquiera exista una, esa responsabilidad le compete a quienes nos gobiernan, la supuesta pérdida de algunas clases frente al riesgo de un posible contagio es alto, por eso me pregunto: ¿De qué les sirve aprender Matemáticas, Idiomas o Ciencias Naturales si no van a poder disfrutar de una vida saludable ni ellos, ni sus familiares?

Conviene que vayamos tomando conciencia sobre lo esencial de la existencia, que no es más que VIVIR, que no consiste en acumular conocimientos, ni riqueza y es un valor que la escuela debe trasladar a las generaciones venideras.