José María Rueda (Tribuna libre).- Es cierto que vivimos en un contexto donde la mediocridad triunfa y campa a sus anchas. El oportunismo de quienes pretenden arrimarse a los centros de poder y decisión forma parte de esa tan abyecta mediocridad, definida certeramente por mi amiga Aldara como «garrapaterismo».
En este contexto, toda persona que dedique parte de su tiempo a los demás, de una u otra manera y de forma altruista, merece todo el respeto y admiración y debiera ser un espejo en que todos y todas debiéramos mirarnos.
La mediocridad, a mi entender es también la incapacidad de dejar de lado intereses personales, recelos y partidismos cuando se trata de luchar por el bien común.
Ese garrapaterismo oportunista de algunos y algunas en torno a los movimientos sociales, al que hace alusión mi amiga Aldara, es un ejemplo gráfico de esa mediocridad execrable y purulenta que nos recuerda de donde proceden los códigos por los que se rigen las actitudes políticas y de influencia en una sociedad postfascista (en cierto modo fascista aún) donde nunca se terminaron de apartar el caudillismos, castas y mafias de la cosa pública, más allá de un leve maquillaje institucional llamado «transición».
En lo social, la lucha de los pensionistas es la punta de lanza, hoy día, de la contestación al régimen y de la que deberíamos aprender todos/as . La huelga feminista del 8M también es una señal de por dónde deben caminar las nuevas alianzas desde abajo, como potencia transformadora.
El «toque de carga» neoliberal contra lo público, una pequeña lección de cómo actúan el capitalismo y sus secuaces gubernamentales atacando lo público, abre juego en el debate de cómo hay que defenderse, en todos los ámbitos, no sólo en el de las pensiones.
En verdad, detenerse a especular con esta excrecencia «garrapatera» es una pérdida de tiempo.
Lo que nos hace falta, urgentemente, es crear espacios amplios, abiertos y plebeyos en las ciudades que junte a trabajadores/as precarios, pensionistas, movimiento feminista, parados, mareas, asociaciones sin ánimo de lucro, medios de comunicación digitales locales y ser audaces y tajantes en que ha llegado la hora de destituir a los partidos del régimen del Ayuntamiento, además de manera vectorial y bidireccional crear comunidad en torno a un proyecto de modelo de ciudad.