Recordando a Agustí Villaronga y su obra póstuma: Loli Tormenta

Por Enrique Flópiz
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Agustí Villaronga (Mallorca, 1953- Barcelona, 2023), era nieto de titiriteros y feriantes. Fue su padre quien le inculcó la afición al cine. Tras asistir a un seminario, su vida cambió. Contando 14 años empezó con lecturas sobre cine y ensayos sobre el montaje. El conocimiento del oficio tras las cámaras se forjó en diferentes labores: decorador, estilista y realizador de documentales y videoclips.

Villaronga era una persona culta y sensible, amable y generoso, lo que contrastaba con la temática de muchos de sus largometrajes. «El tiempo ha provocado un cambio. En casi todas mis películas hay una fascinación por el mal, a veces me puede. Pero ya no es así. El mal ya no me fascina», llegó a declarar.

El crítico estadounidense Jonathan Rosenbaum dijo que su ópera prima, Tras el techo de cristal (1986) era una obra «perturbadora, poderosa (…) una mezcla sombría de suspense y perversidad barroca».

Villaronga consiguió trascender fronteras con El mar (2000) (Festival de Berlín); con Pa negre (2010) recibió 9 Goyas; Incierta gloria (2017), 8 premios Gaudí; con El vientre del mar (2021), ganó la Biznaga de Oro de Málaga. Y otras películas interesantes, algunas de las cuales trato más abajo.

Esta entrega quiere ser un homenaje a este cineasta extraordinario, de culto, al que llamaron “maldito”, que murió el 22 del pasado febrero pasado y se dejó la vida en su último título: Loli tormenta (2023); hablaré también de Incierta gloria (2017); y Pa negre (2010).

LOLI TORMENTA (2023). La madre de Agustí Villaronga murió un año antes que él, con la mente perdida. En homenaje a esa madre, su hijo, que se fue al poco tiempo también, logró crear esta película tan juguetona, como traviesa y luminosa.

Mario, el coguionista de esta película y su compañero, cuenta que el cineasta murió por el cine. «Yo no quería que hiciera la peli. Porque si rodaba significaba que tenía que dejar la quimioterapia. Los médicos le hicieron firmar un papel de que no se hacían responsables de esa locura». Agustí abandonó la quimio y se dejó la piel en cinco semanas diabólicas, y murió con la cámara puesta.

Esta última película de Agustí -él sabía que era la última-, es sin duda muy especial: «Una comedia, por primera vez», dijo. Pero más que comedia, tragicomedia. Una gozada, una obra que es más que lo que vemos en pantalla.

Loli Tormenta es la historia una mujer que destacó como atleta de élite en las carreras de obstáculos. Pero a Loli se le dan peor las barreras a las que se enfrenta en su jubilación para sacar adelante a sus dos nietos: Edgar y Robert, niños de 9 y 13 años, hijos de diferentes parejas de su hija ya fallecida. Por falta de recursos económicos, sufre y suda para costear la alimentación y los gastos.

El asunto es que Loli ha entrado en un proceso irreversible de demencia tipo Alzheimer. Pero los niños, ni quieren que los separen, ni quieren acabar en un hogar de acogida, ni que se lleven a Lola a una residencia. Para evitarlo se hacen cargo de la abuela con un enorme ingenio y una exuberante fantasía: es preciso ocultar la enfermedad.

Tiene un elenco donde destaca una sensacional y expresiva Susi Sánchez que hace, de manera natural, un trabajo que esconde la dificultad del personaje que interpreta. Acompañan muy bien Mor Ngom (el hermano pequeño) que hace reír con su frescura y emociona con su dolor; Joel Gálvez (el hermano mayor) estupendo; Maria Anglada Sellares, su nueva amiga; Fernando Esteso, que aporta ternura al tío Ramón, un avaro, un personaje al que se acaba cogiendo cariño.

Es una película imperfecta y a la vez hermosa. Cargada de poesía, su transtextualidad es muy amplia, hay diversas historias latentes tras la historia manifiesta. Villaronga echó el resto que le quedaba en el set de rodaje con una película mágica, una obra que Agustí pensó imaginó y escribió junto a su fiel amigo Mario Torrecillas.

Hecha con dolor, pero no desde el dolor. Villaronga abandona sus habituales temáticas oscuras y decide cerrar con una comedia cotidiana, resplandeciente y distendida, centrada en el alzhéimer. Pero la historia no es severa, se hace desde la mirada de los chavales que crean su peculiar mundo para protegerse y proteger a Loli.

Nuestro director se rodeó de gente llena de luz para filmar una comedia lírica, que huele a tierra fresca mientras los pájaros anidan en una tele rota plantada en un árbol. Esos seres de luz que salen en pantalla debieron decirle a Agustí que ya estaba, que se podía descansar tranquilo.

Más extenso en revista de cine ENCADENADOS.

 

INCIERTA GLORIA (2017). Película sobre nuestra terrible Guerra Civil, en la cual no hacía falta estar en un medio de bombas o disparos para sufrir la desolación moral o vivir los sentimientos más disparatados y los episodios más dolorosos y sórdidos. Todo este rosario de sufrimiento y desolación está presente en esta película.

Estamos en la retaguardia de una zona rural aragonesa, donde no hay movimiento bélico, pero a donde llegan las secuelas de una reyerta local y fratricida, junto a batallas más personales e íntimas, el enfrentamiento incluso con uno mismo: locura colectiva, suicidio moral. No es stricto sensu una película de guerra, sino de los fantasmas que la habitan.

1937, frente del Ebro, zona republicana. Allí llega un joven abogado reconvertido en oficial, Lluís, que es destinado a una posición tranquila a la espera de acontecimientos; en el Aragón profundo. En el pueblo su pelotón conoce a una enigmática viuda de la que se enamora y por la que siente una irresistible atracción. Pero él tiene mujer e hijo, amén de un amigo nihilista enamorado de su pareja que busca la muerte ante tanta barbarie.

Villaronga insiste en su estilo de dibujar espíritus ennegrecidos en clave visual-poética, con una trama dramática que maneja muy bien, dibujando la vileza de algunos personajes en un relato bien elaborado, planos frontales para marcar la contienda. Una puesta en escena cargada de simbolismo.

Pero también habla sobre nuestros demonios más encarnizados, los que afectan no a la mente sino a las tripas, a nuestro inexplicable y siniestro sentido de la crueldad.

Guion del propio Villaronga y Coral Cruz, adaptación de la novela de Joan Sales (1971): “El viento de la noche”. El escritor Sales combatió como oficial republicano durante la guerra y tiene un conocimiento cabal del tema.

Historia contada sin tomar partido o caer maniqueísmos. Es la versión de tres amigos sobre la guerra en el bando republicano; y dos hombres jóvenes muy diferentes enamorados de la misma mujer. El guion resulta medido y ceñido al mal que la guerra planta en los corazones de quienes la sufren. Unido a ambientes de pueblos donde el rumor y la calumnia proliferan.

La banda sonora de Marcús JGR es arriesgada, moderna y llamativa a la vez que inquietante; se puede escuchar aquí.

Fotografía excelente de Josep M. Civit en tono ocre. Buen empleo de los decorados, con trincheras claustrofóbicas, casonas sin mobiliario ni ornamentación; y una geografía pedregosa y esteparia.

Plantel redondo en el que destacan Nuria Prims, grande en su madurez en el papel protagonista como la tremenda Carlana, mujer araña que teje pacientemente su hilo estratégico y atrapa a quien puede servirla para progresar. Marcel Borràs, que interpreta a las mil maravillas al abogado y teniente Lluís de Brocá, un hombre internamente derrumbado y guiado por la pasión. Y un soberbio Oriol Pla, en el rol del amigo nihilista Juli Soleras, personaje que busca desesperadamente la muerte.

Ello sin desmerecer grandes interpretaciones como las de Luisa Gavasa, como la tía Olegaria; Terele Pávez, como la molinera; Juan Diego, actuación breve pero sustanciosa como padre de la Carlana; Fernando Esteso, como el molinero. Los personajes de esta película aparecen confusos bajo el peso de sus deseos y van traicionando sus propias certezas; salvo el personaje de Trini, que sigue fiel a sus convicciones como ácrata idealista (aunque asiste clandestinamente a misa), la mujer de Lluís, gran interpretación de la barcelonesa Bruna Cusi.

Repleta de imágenes poderosas, Villaronga pone en escena con simbólico y lírico sentido, la impactante estampa de una viuda negra que viene a encarnar aquella España cainita, cruel, capaz de cualquier cosa para conseguir sus objetivos económicos y de poder, de bailar con unos y con otros, incluso de mandar a asesinar a su propio padre, un hombre maltratador y alcohólico.

La guerra que trata el filme es más personal, pasional y ética que de armas o pólvora real. Villaronga piensa que en cada ser humano puede anidar un verdadero monstruo, un lado oscuro e insondable. Por eso en la pantalla vemos la impudicia, la inmoralidad, el ardid artero, y todo tipo de artificios deplorables.

Parte de la intensidad del filme radica en el retrato de la juventud como etapa que representa la “incierta gloria” del título. Una gloria pasajera de pasiones románticas, fraternales y políticas cuestionadas o diluidas al estallar la contienda. La guerra lo diluye todo, incluso el supuesto buen ánimo de la juventud. La guerra, envejece en el peor sentido del término, aja, quiebra, desluce y deteriora el corazón del hombre.

PA NEGRE (PAN NEGRO) (2010). Villaronga acomete con enorme éxito cinematográfico, también de público y premios (9 Goyas), un auténtico drama rural de posguerra.

Andreu es un niño del bando de los perdedores que un día encuentra en el bosque los cadáveres de un hombre y su hijo. Las autoridades sospechan de su padre, pero Andreu buscará a los auténticos culpables. Es en este punto cuando en el niño se levanta, moralmente, la conciencia de la verdad y el repudio de la mentira.

 

Guion del mismo Villaronga, adaptación de la novela homónima de Emili Teixidor, junto a otros elementos extraídos de otras obras suyas. La película es potente visualmente, atrevida, interesante, con fluidez narrativa, narración que lleva el sello del ritmo clásico.

El reparto es excelente sobresaliendo Frances Colomer y Nora Navas (mejor actriz San Sebastián). Buena ambientación de época, fotografía bien de Antonio Riestra y la música de José Manuel Pagán.

Con el poderío visual y la expresividad propios de su director, es una película dura, realista, compleja y desgarrada dentro de su brutalidad ambiental.

Tiene su estética y una tendencia ideológica un poco trillada y maniquea. Guion con algunos huecos mal resueltos y difíciles de rellenar (diálogos con mucha retórica). Intenciones buenas, pero en exceso efectistas, lo cual que el filme podría haber ido más lejos. Además, es de digestión lenta, aunque con justeza narrativa y buen ritmo. Un comienzo, genial. Así y todo, película importante de nuestra filmografía.

Enrique Flópiz

Enrique Fernández Lópiz. Nacido en El Puerto de Santa María, es Licenciado en Psicología por la Universidad Pontificia de Salamanca y Doctor en esta disciplina por la Universidad de Granada, donde es Profesor Titular del Departamento de Psicología Evolutiva. Cinéfilo desde siempre, escribe críticas cinematográficas desde hace dos décadas en diversos medios escritos y digitales.