Hombres G

Por Enrique Flópiz
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“Nuestra harina El Vaporcito siempre apoya la cultura, el deporte y el arte”.

“Hombres G” es una de las principales bandas del movimiento “Rock en tu Idioma” y de la Movida Madrileña ochentera, jugando a la par con sus paisanos madrileños “Mecano”. Surgieron en 1982 a raíz de un encuentro casual entre Rafa Gutiérrez y David Summers, y desde entonces a hoy no han parado.

Pero el grupo, a decir verdad, a pesar de gozar de la admiración y el aprecio incondicional de sus fans en España y fuera del país, nunca consiguieron el asentimiento de la crítica especializada. De alguna manera fueron desprestigiados por los puristas del rock de aquel tiempo. Tal vez su letra y música fueron demasiado básicas para ser una banda de rock. Sin embargo, su éxito fue apoteósico e imparable hasta hoy día, y algunas de sus canciones, icono para muchos jóvenes y para otros que hoy peinan canas.

Los “Hombres G” han puesto banda sonora a la nueva comedia musical de este verano. Pero en esta ocasión, salvo al final, no vemos al grupo en la pantalla. Ese fue un experimento del director Manolo Summers en los años ochenta con ¡Sufre mamón! (1987) y Suéltate el pelo (1988) respectivamente. El padre de David Summers, cantante y líder de la banda dejó dos películas bastante regulares, que fueron y son reverenciadas por los incondicionales de este conjunto musical.

Los Hombres G marcaron a generaciones de españoles y en Latinoamérica. Sus canciones fueron y siguen siendo un legado compartido que se ha mantenido varias décadas. Ahora hemos podido volver a disfrutar su música en la película: Voy a pasármelo bien (2022), de D. Serrano. Me referiré hoy a estas tres películas.

VOY A PASÁRMELO BIEN (2022). Escuche al salir de la sala a una señora decir: “muy linda”. Pues sí, ese es el resumen, una linda película muy bien llevada a término por el director David Serrano, buen libreto de Serrano y Luz Cepeda, y una historia con gracia, humor y ternura.

Tiene una música magnífica de Zeltia Montes y, sobre todo, “Hombres G” y sus ya míticas canciones para varias generaciones. Como comedia musical que es, cuenta con unas coreografías meritorias y saltos en el tiempo muy bien compaginados, que cuentan una historia entrañable de amor y de nostalgia.

Se desarrolla en Valladolid (de paso vemos esa bonita ciudad, caracterizada por sus monumentos medievales) en 1989, cuando los protagonistas David y Layla están acabando Octavo de E.G.B. y a los dos les encantan “Hombres G”, pero ellos también se gustan mucho y con altos y bajos, lo pasan genial hasta su despedida.

Pero también vemos a estos personajes, de nuevo en Valladolid, treinta años después. David y Layla no se han visto con anterioridad, pero siempre han recordado y tenido en cuenta su amor de pubertad. Layla ahora es directora de cine y ha ganado un Oscar y David tiene una librería y ha escrito un libro intrascendente. Cuando Layla vuelve a la ciudad para recibir un homenaje, ambos volverán a pasar una semana juntos, dándose cuenta de que su amor no ha desaparecido.

Hay en el filme una cálida y sentida reivindicación del cine familiar hispano, con complicidad, cercanía, y en tanto, Serrano construye secuencias tan graciosas como memorables.

Es igualmente una oda a la amistad adolescente en una ciudad de provincias a finales de los años ochenta, a la vez que homenaje el grupo de David Summers que se erige a modo de festival del cine del Summers padre, que ya glosara como ahora diré, las aventuras y desventuras de los “Hombres G” en películas afectuosas y festivas.

“Trabajamos para agrandar nuestra marca y sumar al gran proyecto de nuestra vida que es Hombres G”, reconoce el vocalista, David Summers. Un enganche a la nostalgia que también explota en esta cinta.

El reparto es excelente, con actores de primer nivel que lo hacen muy bien, tanto cuando son adultos como cuando son niños. Sorprendente la selección de chavales: Renata Hermida, Rodrigo Díaz, Izan Fernández, Rodrigo Gibaja, Javier García y algún otro que complementa, como David Lorente, como maestro; y figuras adultas todas muy bien como Dani Rovira, Raúl Arévalo o la mexicana Karla Souza (esta algo más flojita).

Aunque su trama en el pasado puede resultar reiterativa y en el presente hay algunas secuencias que no están a la altura del resto (por ejemplo, la de la entrega del premio), sin embargo, sus intérpretes, niños y adultos, el trabajo de arte, vestuario y la puesta en escena, incluida la de las coreografías (sobre todo la del final) componen un viaje nostálgico medido y con alma.

Un canto a la amistad adolescente en una ciudad de provincias a finales de los ochenta. Una película que augura éxito en taquilla, quizá algún Goya, que no defrauda y que, sin duda, merece la pena ser vista.

 

SUÉLTATE EL PELO (1988). "Hombres G" se encuentran en su mejor momento de éxito y les acosan fans y admiradoras. David conoce a Sonia por medio de una carta, una fan que está loca por él; pero la rechaza por ser menor de edad. Así y todo, el líder del grupo es engañado indignamente por esa chica sin escrúpulos.

Al poco tiempo un extraño personaje lo chantajea con unas fotos; entonces todo se complica, al punto que David acaba yendo a prisión. Pero sus amigos le van a ayudar sin descanso. 

Manuel Summers hace una dirección pasable meramente, a mayor gloria del grupo que encabeza su hijo. Con música del grupo y un reparto donde aparecen todos los componentes como David Summers, Daniel Mezquita, Rafael Gutiérrez y Javier Molina, que cumplen y poco más. Mejor están Paloma San Millán o Toni Cantó, actores profesionales.

Es una peli malita que gustará tal vez a quienes les mole el grupo, pues sus canciones se oyen a lo largo de todo el filme.

La historia empieza asomando algún pico de interés, pero no tarda en caer cuesta abajo hasta que se convierte en un producto sin pies ni cabeza.

 

¡SUFRE MAMÓN! (1987). David es un muchacho sensible y enamoradizo, y amigo íntimo de Javi, un gamberro redomado. Tras ser expulsados del colegio, ambos son admitidos en otro centro donde conocen a Dani y deciden crear un grupo musical: "Los Residuos".

Pero David tiene un grave problema: Patty, su novia, le es descaradamente infiel con Ricky Lacoste, un pijo de tomo y lomo, vocalista de "Fiebre Amarilla", el grupo rival. Mientras la joven juega a dos bandas, el grupo conoce a Rafa en una grabación de TV y lo incorporan al grupo, lo cual que nace "Hombres G" y empiezan los éxitos.

 

De nuevo Manuel Summers dirige a su hijo y toda la plebe, consiguiendo una película más fresca que la que he comentado antes, en la que trabaja el grupo al completo. Una cinta con momentos célebres, como la muerte del mono punk, el primer ensayo de la banda con una batería hecha de cacerolas y botes de Colón detergente, o la preciosa camiseta de Samantha Fox que lleva un miembro de la banda.

Cuenta una historia de amor del David Summers, que hace de sí mismo, y Marta Madruga, que hace de su novia Patty en la película y de su mujer en la vida real.

En fin, a diferencia de “Suéltate el pelo”, esta peli tiene su gracia, y es ideal para los fans de la época. Además, Summers padre esta vez deja su ego al margen y realiza un producto para lucimiento de su hijo, todo un sex simbol ochentero, cantante y compositor de todas las canciones de “Hombres G”.

“Mis canciones son como peliculitas” declaraba David Summers hace bastantes años. Y no se equivocó del todo. De hecho, el argumento de “Sufre mamón” es una mezcla de la autobiografía de la banda y la letra de la canción homónima.

 

Enrique Flópiz

Enrique Fernández Lópiz. Nacido en El Puerto de Santa María, es Licenciado en Psicología por la Universidad Pontificia de Salamanca y Doctor en esta disciplina por la Universidad de Granada, donde es Profesor Titular del Departamento de Psicología Evolutiva. Cinéfilo desde siempre, escribe críticas cinematográficas desde hace dos décadas en diversos medios escritos y digitales.