Eso de creer que después de muerto, han de llegar otros a resolver los asuntos de amor pendientes de uno, -cuando se trata de teatro, y con obras del calado de La geometría del trigo, de Alberto Conejero-, es un consuelo social, pero no íntimo.
En efecto, si al morir yo, el amor que sentía mientras vivía sigue vivo, será de otros, tal vez de todos, pero no mío, porque ya he muerto. Y es que la obra social comienza cuando la íntima no completa su misión.
Es el esfuerzo con que la cultura, a través de un drama coral como La geometría del trigo, diluyendo a sus personajes y argumento en una nueva conciencia social, pretende demostrar (hay situaciones en escena -sin ir más lejos- que parecen apoyarse en temas como la Sanación Intergeneracional o el estudio del árbol genealógico en Bioneuroemoción) que existe un vínculo irrompible entre sus personajes, y por supuesto entre nosotros.
Si existe dicho vínculo, no será porque otros vengan a terminar -y de amor siempre se habla- lo que nosotros no fuimos capaces de acabar.
Pero, ¿cómo podríamos terminarlo, pese a las constantes y durísimas dificultades que esto suele acarrear? Tal vez Beatriz, personaje nuclear de esta tragedia, pueda darnos la clave. Tratemos de recrear, primero, la situación en que lo manifiesta:
Acaba de aparecer Samuel en casa de Beatriz (el pasado siempre reaparece). Ella se asusta. No lo esperaba. Tarda en reconocerle. Se alegra mucho. Sabe que Antonio, su marido, comoson buenos y muy viejos amigos, se alegrará más. Ella ignora, por supuesto, que ambos hombres se aman. En un momento dado, ella le comenta que Antonio está en la mina; pero Samuel parece contrariado ("¿qué hace Antonio trabajando en la mina?"). Entonces ella le explica:
"Hay tantos modos de salir adelante. Pero somos incapaces de imaginarlo por la costumbre. La costumbre es una cosa terrible, si lo piensas".
Pero, más adelante, cuando descubre que Antonio está enamorado de Samuel y decide abandonarlo para ir a Barcelona, donde alumbrará a Joan, Beatriz, incapaz de perdonar, sucumbe a la costumbre, y deja de imaginar tantos modos de salir adelante.
Los seis actores que componen el reparto han realizado una excelente interpretación. El público, a rebosar, prodigó un merecido aplauso a los actores, al finalizar la obra.