Cuando en 1966 se estrenó “Un hombre y una mujer”, en su puesta de largo Lelouch conquistó la máxima dignidad de aquellos entonces: una Palma de Oro (ex aequo) en el XXº Festival de Cine de Cannes; y consiguió también dos Oscar (mejor película de habla no inglesa y mejor guión compartido con Pierre Uytterhoeven). Pero hete aquí que el tiempo vuela libre y veloz, camina implacable y aprovechando su decurso, el director de tan grande obra decidió hacer dos entregas más de aquel amor sesentero.
Secuelas de ‘Un hombre y una mujer’
Lelouch es el artífice de una especie de seguimiento (de ficción, claro), de un amor que comienza en los años sesenta con Un hombre y una mujer (1966), continúa en 1986, pues él mismo y con los mismos actores rueda Un hombre y una mujer 20 años después, una cinta en la cual se reencuentran Anne Gauthier (Aimée) y Jean-Louis Duroc (Trintignant), dándose cita en el mismo restaurante donde se habían conocido y rememorando su pasión de antaño. Esta cinta no tuvo mucho éxito quedando como un ‘petit film’ de culto del cine francés y poco más. Y este año de 2019, C. Lelouch ha construido un tercer episodio más de ídem, una película titulada Los años más bellos de una vida. A continuación comento la primera y última entregas de Lelouch, pues ya he apuntado el escaso valor y notoriedad de la segunda.
UN HOMBRE Y UNA MUJER (1966). Hermoso drama romántico que cuenta de modo singular el nacimiento del amor con su embeleso y sus temores entre Anne, una script, y un piloto de carreras, Jean-Louis. Ensimismados paseos urbanos y por playas normandas, lirismo natural, bellas escenas y pura vida flotando entre gaseosas imágenes. El espectador se contagiaba del sentido amor que nace entre ambos personajes. Ambos viudos y con hijos. Lelouch bien puede presumir con esta película de ser un maestro del cine del corazón. Pero eso sí, sorteando lúcidamente el sentimentalismo fácil.
Gran fotografía y una inolvidable música de Francis Lai (‘daba daba da’) sirven para vestir de gala una película que no se olvida fácilmente. Recuerdo que se proyectó en el Central Cinema de El Puerto de Sta. Mª; era yo un adolescente y esta peli me marcó. Era de amor pero no empalagosa, era de amor pero como la misma vida, era de mucho amor con un amante, él, taciturno que gustaba de pasear a orillas del mar con ella de la mano, con su hijito también.
Con flash-backs, intrépidas carreras de coches, amantes que han sufrido ya en sus pasadas vidas. Y Anouk Aimée y Jean-Lous Trintignant encarnando de manera maravillosa y carismática a los dos enamorados con interpretaciones llenas de miradas, gestos y matices, unos amantes jóvenes y hermosos. En su momento el portero del cine no me pidió el DNI, lo cual habría impedido mi entrada en la sala, pues no tenía los 18 años preceptivos ¡Gracias señor portero!
LOS AÑOS MÁS BELLOS DE UNA VIDA (2019). En esta tercera entrega de Lelouch la vejez está omnipresente. Sirven de consuelo las poéticas palabras de Victor Hugo que salen en la pantalla: “Los mejores años de nuestra vida son los que aún no vivimos”. Pero sin duda es una obra agónica.
Menos mal que Lelouch pone un humor salvífico que se ríe de algunos detalles como la silla de ruedas de él, el Citroën dos caballos de ella. Lelouch ha convencido a los mismos actores, muy mayores, para interpretar de nuevo a los antiguos amantes. Anouk Aimée está espléndida, mucho mejor que el anciano Jean-Louis Trintignant. Pero ambos cumplen sobradamente sus trabajos. Ella visita a JL a una residencia; él, un viejo en silla de ruedas y signos de demencia, con cuya voz sostiene unos diálogos inteligentes y emotivos.
Y para que haya de todo, Lelouch hace una larga secuencia experimental, un collage de tres películas: la actual, la original de 1966 y un corto de 1976, una aterradora carrera en coche por un París desértico de título “C'était un rendez-vous”; mientras en los vidrios del coche se ven las imágenes de ellos cuando eran dos amantes jóvenes; todo a modo de video-ensayo sobre la vejez.
Creo que lo mejor que hace Lelouch en esta película es rescatar secuencias del film original. Se ve que quiere homenajearse a sí mismo, más que aportar una obra nueva y sustancial. En tanto, los dos grandes actores de siempre aciertan a atravesar más de medio siglo, consiguiendo mirarse el uno al otro con profundidad, sintonía y franca emoción.