La Asamblea Feminista Las Tres Rosas en una de sus acciones reivindicativas en El Puerto a colación de la Semana Santa.

La Asamblea Feminista Las Tres Rosas en una de sus acciones reivindicativas en El Puerto a colación de la Semana Santa.

Asamblea Feminista Las Tres Rosas (Tribuna libre).- La convocatoria de unas elecciones a la vista pone en marcha toda una maquinaria donde con carácter de urgencia toca captar votos para que la aritmética electoral permita la gobernabilidad de según qué partido salga más votado. Tras el anuncio se abre un periodo de quince días con un largo elenco de actuaciones fugaces con fecha de caducidad que muere tras el resultado de las urnas: «campaña electoral» la llaman.

En los últimos tiempos hemos podido comprobar cómo el feminismo se ha convertido en «ese oscuro objeto del deseo» capaz de generar debates internos en los partidos convirtiéndose en un concepto u opción que se disputan e intentan apropiarse entre todos, una baza que en algunos casos se ha usado como arma arrojadiza hacia las mujeres, como en el caso de Vox, que declara abiertamente la guerra al feminismo por ir contra una de las piedras angulares del partido, la defensa del rol de las mujeres como madre y esposa, y en otros la moneda interesada con la que pagar la recompensa del voto. Ya ningún partido (excepto Vox) se ruboriza utilizando la palabra «feminismo» o declarándose abiertamente como tal: Patricia Reyes (Cs): «Es cierto que la igualdad está garantizada legalmente, pero los datos dicen que queda mucho por hacer para alcanzarla». Andre Levy (PP): «feminismo es una reivindicación de igualdad basado en la libertad, el respeto y la tolerancia».  Adriana Lasta (PSOE): «feminismo es igualdad, y más igualdad es más democracia». Ángela Rodríguez (En Marea-Podemos): «El feminismo es, para la España en común, un proyecto de futuro, un horizonte de certezas». Lo dice la letra de la chirigota del «Comando radikal» de «Las Tres Rosas»: «Ahora to los partidos son feministas...».



Esta nueva realidad política que coloca al feminismo como centro de interés dentro de las agendas políticas de todos los partidos, pone de manifiesto la necesidad de poner «ojo avizor» para que no nos den «gato por liebre», y nos obligan a definir qué tipo de feminismo es por el que luchamos. Nos hacemos la inevitable pregunta: ¿De qué feminismo estamos hablando?

Admitimos que actualmente hay consenso en reconocer que la igualdad entre hombres y mujeres es un derecho. Admitimos que la lucha por la igualdad y la conquista de derechos para las mujeres no es patrimonio de la izquierda. Pero queremos dejar claro que el feminismo que defendemos tiene señas de identidad propia que lo definen y marcan la diferencia:  Para nosotras la diferencia fundamental radica en que la igualdad a la que aspiramos no consiste en facilitarnos el camino para llegar, en igualdad con los hombres, a los mismos espacios de poder desde donde seguir ejerciendo las mismas cosas de las que tanto nos lamentamos. No celebramos acabar con el techo de cristal para acceder fácilmente a un puesto en el consejo de administración de una empresa que explota a sus trabajadoras (o trabajadores). Repudiamos cualquier ascenso en la carrera profesional de cualquier mujer que se sustente en la explotación de otra más débil y desfavorecida. No queremos igualdad para «reproducir» la misma realidad que ya vivimos, sino para «transformarla». No queremos la igualdad para acceder a los mismos privilegios, sino para cuestionarlos.

Por eso, para nosotras, ser feministas supone posicionarnos contrarias y enemigas de las políticas conservadoras, de derechas, en todas sus formas, al entender que todas ellas tienen como denominador común el hecho de que son grandes generadoras de desigualdades, precarizan la vida de las personas y condenan a una gran mayoría a vivir en la pobreza, sin que intenten hacer nada para evitarlo, y constatando que erradicar la pobreza no está entre las prioridades de ninguna de ellas. Nuestro feminismo, sostenido por la idea básica de la igualdad, nunca podrá abrazar ideologías que provoquen desigualdades.

Analizamos la problemática de las mujeres dentro del contexto del mundo del que formamos parte, un mundo polarizado donde los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez son más pobres. Nuestra perspectiva de género es global, enmarcada dentro de un orden político, económico, social y jurídico concreto. Es por eso que entendemos que ninguna solución a la problemática de las mujeres vendrá de la mano de un mundo concebido tal y como está ahora mismo, puesto que todo emana y es consecuencia directa del actual orden mundial de las cosas. Por eso es que nos posicionamos también contrarias a las políticas que vengan de las «izquierditas cobardes», aquellas que se muestran incapaces de  crear las condiciones materiales (económicas, políticas, jurídicas, educativas, sociales) para que las oportunidades lleguen a todas las personas por igual, y que tenga como punto de partida el empoderamiento y la protección de las clases más desfavorecidas, entre las que se encuentran, cómo no, las mujeres, al encontrarse en situación de especial vulnerabilidad.

Estas próximas elecciones municipales 2019 votaremos con la ilusión de crear un gobierno municipal decidido a hacer frente a las políticas neoliberales y capitalistas que condenan a las clases más desfavorecidas a vidas de miseria. Concederemos nuestro voto a cambio de valentía, atrevimiento, arrojo, contundencia y por supuesto, por qué no, a cambio de rebeldía. Acabar con las desigualdades no es tarea fácil, por eso nuestro voto será para quien haga del feminismo una prioridad fundamental:

¡NOS VEMOS EN LAS URNAS!