Votando este domingo en El Puerto. / P.P.M.

Votando este domingo en El Puerto. / P.P.M.

Manu Garro (Tribuna libre).- Ya sé que lo primero que me van a decir todos es que nada es igual, que cada votación es distinta, que en las municipales se votará más a la persona que al partido, pero cuando se tiene que votar dos veces en un mes y ningún candidato tiene (al margen de la opinión personal que se tenga de cada uno de ellos) un tirón especial, pensar que los resultados se puedan si no repetir, sí acercarse mucho no es ninguna perogrullada.

No se trata de extrapolar resultados, ni siquiera de compararlos con otros anteriores (aunque echar un vistazo a las autonómicas, aunque votara un 16% menos de gente, puede ser muy interesante para ver cómo ha cambiado esta ciudad en cuatro meses) pero sí de ver una tendencia de cambio y de cómo llega cada partido a la cita de mayo puede ser una clave de qué puede pasar dentro de cuatro semanas. E insisto, en un momento en el que no hay un Hernán Díaz o un Pacheco que arrastre por encima de las siglas.

En este sentido, y reconozco que sigo sin entenderlo, destaca el peso consolidado de Vox. Aunque con el aumento de la participación no ha experimentado una subida en sintonía con la mayor afluencia a las urnas, está claro que la formación de ultraderecha ha llegado para quedarse durante un largo tiempo. Y eso se va a notar en las municipales, tanto por el número de concejales que pueda lograr como por los que va a restar a otras formaciones, en especial al PP.

Por cierto, no deja de ser curioso que Susana Díaz creara políticamente a esta formación pensando en que se comería al PP y solo logró ser ella la devorada, mientras que Pedro Sánchez se ha aprovechado de este escenario para conseguir que finalmente sí acabe devorando al PP a nivel nacional.



El caso de Ciudadanos tampoco deja de ser curioso. Puede que ahora mismo haya muchos y muchas  portuenses dándose cabezazos contra la pared por haberse negado a entrar en sus listas electorales, pensando en el batacazo que se iba a pegar, y ahora ven que no solo es la primera fuerza de la derecha a nivel local, sino que incluso tiene posibilidades de llegar al poder (e incluso a la Alcaldía) por la vía de los pactos en una u otra dirección. Y es que mientras que David de la Encina no hable el catalán ni en la intimidad, no deja de poder ser un socio más que válido para los próximos cuatro años.

Más complicado lo tiene la izquierda en el ámbito de IU/Podemos. Pese a su recuperación en la recta final de las elecciones, no se puede obviar que en cuatro meses ha pasado de ser la primera fuerza de izquierdas a la segunda y a mucha diferencia. Y cuando lleguen las municipales no será una formación a tener en cuenta, sino tres (Unidas Podemos, Levantemos y Unión Portuense). Algo que me da que pensar que ese sueño de reeditar el pacto de izquierdas pero liderados por ellos se apaga a medida que pasan los días y que más de uno ya sueña con volver a ser acompañante más que comparsa en la oposición cuatro años.

El caso del PP es, obviamente, el más llamativo. Aunque quizás debería cambiar de lema de campaña e incidir especialmente en que nada es igual, que las municipales serán otras elecciones, lo cierto es que llegan con una imagen de perdedor absoluto. Y eso que en el caso de El Puerto su apuesta por la renovación y la inclusión en sus listas de personas de la sociedad civil le puede dar un cierto margen de mejora, porque si hubiera llegado a repetir candidatura el tortazo hubiera podido ser histórico.

Ahora mismo el PP portuense intenta comprender cómo ha pasado de soñar con cierta razón en recuperar la Alcaldía a intentar sobrevivir a nivel local. Y me temo que más de un candidato/candidata también debe estar pensando en si no debía haber aceptado la propuesta de Ciudadanos. Eso es lo malo del matrimonio y lo bueno del divorcio, que si no se elige bien, uno no puede dejar de estar (con) Casado.

Finalmente está el PSOE y el actual alcalde David de la Encina, que representa la otra cara de la moneda del PP. Si hace cuatro meses todo el mundo lo daba como cadáver, ahora resulta que se ha vuelto a convertir en la gran esperanza de la izquierda (o según cómo se den las cosas, del centro izquierda).

Zarandeado a derecha e izquierda con la excusa del supuesto escándalo de la Junta, todo el mundo le veía ya como un cadáver a la deriva en mitad de la Bahía y resulta que puede volver a pilotar El Puerto. Está claro que no es un superviviente como Pedro Sánchez, pero a éste le mandamos con la Pantoja al programa de Tele 5 y acaba siendo el único que sabe pescar.

Nada es igual, pero como se le parezca… acabamos teniendo en David un alcalde perpetuo. No porque vaya a ganar todas las elecciones o por su divinidad, sino porque como su homóloga portuense está aferrado a Los Milagros.