En el corazón de cada niño hay una ilusión que espera el seis de enero como un tesoro escondido. Los más pequeños aguardarán expectantes con todos sus deseos puestos en los tres Reyes Magos, que traerán desde los confines de Oriente todos aquellos regalos tan deseados.

Todo habrá comenzado con una carta tiernamente escrita con caligrafía infantil solicitando los presentes, Queridos Reyes Magos, este año he sido muy bueno, me he portado bien y he obedecido a mis padres, por eso os escribo esta carta…

Con toda la inocencia del mundo harán repaso a su año, truncando en perdonable todo aquello que hicieron mal, travesuras de niño de las que dicen arrepentirse para conseguir el beneplácito de los reyes que tanto ilusiona a los pequeños.

La cabalgata recorrerá las calles más céntricas de todas las ciudades y todos los pueblos, lloverán caramelos y los barbudos monarcas saludarán las caras sorprendidas de los niños, que mirarán con la boca abierta y los ojos asombrados ese desfile de pajes y camellos cargados de regalos. Cada niño se preguntará dónde se esconde el suyo, en qué paquete de todos los que allí llegan están sus ilusiones.

Abrigados con guantes, gorros y bufandas volverán al hogar de mano de sus padres, con los ojos todavía llenos de esa luz deslumbrante que les ha hecho ver desde tan cerca a sus majestades, para sentir finalmente que ya están aquí, que ya han llegado, que no falta nada para el día seis.

Al llegar a casa los niños prepararán sus zapatos y los manjares para Melchor, Gaspar y Baltasar. Dejarán una copita de anís en la mesa del salón y se irán a la cama con la ilusión puesta en la mañana siguiente. La impaciencia no les dejará dormir, estarán pendientes de cualquier ruido que les avise de que ya han llegado, pero poco a poco el sueño les irá venciendo.

Años más tarde, los niños que hoy recibirán sus deseados juguetes sabrán que los padres son los verdaderos magos de la noche de reyes. Los padres harán magia para saber qué es aquello que les iluminará los ojos de ilusión y alegría a los niños, magia al comprar a escondidas todos aquellos regalos y mantenerlos guardados hasta el último momento, magia al responder todas y cada una de las preguntas hasta el día de reyes, magia al alimentar la ilusión inmarcesible de los niños y su inocencia.

A la mañana siguiente, todo serán gritos de alegría, risas y juegos en el salón. Las copitas de anís y los manjares que dejaron para los tres reyes magos desaparecerán y en su lugar los niños descubrirán aquellos regalos que tanto habían esperado y en los que tanta ilusión habían depositado. Entre juguetes pasarán la mañana, que tendrá como premio final el roscón de reyes, un bizcocho decorado con fruta escarchada y forma de corona que traerá también su regalo y su haba, y que proporcionará alegrías en los paladares de todos, pequeños y no tan pequeños.

Feliz día de Reyes.