Juan Manuel Moreno se ve presidente tras el pacto con Ciudadanos que incluye a Vox en la Mesa. EFE/Julio Muñoz

Juan Manuel Moreno se ve presidente tras el pacto con Ciudadanos que incluye a Vox en la Mesa. EFE/Julio Muñoz

Manu Garro (Tribuna libre).- Reconozco que tengo sentimientos encontrados con respecto  al cada vez más que previsible fin del ciclo socialista al frente de la Junta de Andalucía. Pese a que reconozco que yo voté al PSOE en las pasadas elecciones, una parte de mí se alegra de que se ponga fin a un periodo demasiado largo de Gobierno del PSOE. Es sano democráticamente hablando y creo que es más sano aún que mucha gente (no tanto trabajadores como sí políticos que llevan media vida viviendo de ella) descubra que hay vida al margen de la política. Y una vida dura en muchas ocasiones, pero real. Y cuando muchos de ellos aprendan a vivir con un sueldo milurista o a depender de una ayuda de 426 euros, quizás aprendan a valorar lo que significa ser un simple ciudadano si regresan a la actividad política.

Pero, por otra parte, me preocupa mucho la llegada de la derecha a la Junta. Temo sus medidas económicas que piensan más en las grandes cifras que en las personas y, sobre todo, temo que quieran aplicar sus políticas sociales, que la experiencia señalan que son de todo menos sociales.

Pero sobre todo lo que me preocupa es la ‘legalización’ de Vox, la carta de autenticidad que se le va a otorgar con este gran pacto de la derecha del que ya muchos piensan que se puede y se debe extender por todo el país en las próximas elecciones.

Dejo claro que no creo en los llamados ‘cordones sanitarios’ y que si Vox ha logrado 400.000 votos hay que respetar a todas esas personas que depositaron su voto en las urnas. Ese concepto tan ‘podemita’ de que hay que acabar con la extrema derecha en la calle me parece tan peligroso y antidemocrático como esas proclamas (y que no vienen solo de esa misma extrema derecha) de que hay que cerrar el paso a “los comunistas”, como si tener otro tipo de ideas o convicciones fuera por sí mismo un crimen.

Pero el respeto a esas personas que votaron a Vox no implica que me siga preocupando su futuro papel en la política andaluza, nacional o municipal. Vox  (en mi opinión) se ha beneficiado de un hartazgo de una parte de la sociedad no solo con los socialistas andaluces, sino con la política (la vieja y la supuestamente nueva) en general. Ese comentario tan oído ahora de que les han votado porque “ellos dicen lo que piensan” da miedo. Porque lo que piensan da miedo de por sí y porque puede reflejar que una parte de la ciudadanía lleva tiempo pensando lo mismo, pero no lo decía.

Yo no quiero a Vox en la Junta. Ni en el Gobierno ni en la oposición decidiendo lo que se debe aprobar. No creo que sea sano alimentar a un monstruo de ideas reaccionarias que en un momento determinado (y solo hay que mirar la historia para comprenderlo) pueda acabar devorando a sus ‘socios’ para convertirse en una opción muy peligrosa para este país. La irrupción de Vox no es una anécdota ni una sorpresa, es un aviso muy serio de lo que puede pasar en el futuro. Por eso, el cambio de ciclo en la Junta me crea dudas, porque, sinceramente, creo que va a ser a peor. Y ojalá me equivoque.